Influencer
Eso nos llamó César
Bona a los docentes que acudimos el jueves a su charla.
Me gustó el término.
Me gustó la charla.
Y es que influimos,
marcamos, para bien o para mal en los alumnos. Ya no solo en cómo demos las
clases sino en cómo somos como personas.
César Bona puso un
ejemplo de un profesor que le marcó negativamente y, escuchándole, no pude
evitar recordar a la profesora que me marcó de tal modo que mi cerebro se
bloqueó para las ciencias hasta el día de hoy. Y ahí sigue, bloqueado.
Fue mi profesora de
física en segundo de bachillerato (cuarto de ESO hoy). No solo era mala
explicando sino que no tenía ningún tipo de tacto hacia los que no entendíamos
sus clases. Por eso, cuando me sacaba a la pizarra para mí era un tormento. Ese
silencio que hacía toda la clase cuando la profesora me preguntaba y yo me
quedaba mudo no se me ha olvidado.
Tal sufrimiento
supusieron para mí sus clases que me quedé sin capacidad alguna para sentirme
atraído por las ciencias o los números. Ella no solo me cerró una opción en mi
vida sino que me hizo odiar una asignatura que, de por sí, es preciosa.
Al pasar a tercero, y
todavía no sé cómo pasé, elegí letras puras, conociendo al que iba a ser mi
mejor amigo y que me cambiaría en todos los aspectos positivos que se os puedan
ocurrir. Tuve un profesor extraordinario de Historia que me marcó de tal modo que me hice profesor de Historia. Una puerta
me abrió otra, podréis pensar; o no hay mal que por bien no venga. Sin embargo,
no me consuela. Me gustaría pensar que ningún docente puede influirte
negativamente. Si lo hace, es un fracaso como profesor y, probablemente, como
persona.