martes, 26 de junio de 2018


El diario ABC escupía el otro día en su portada esa aberración de que Pedro Sánchez imponía por decreto “la España bonita”, en alusión a la llegada del Aquarius a Valencia.
Pues bien, me la quedo, me quedo esa España bonita.
La prefiero a la España depresiva y corrupta que nos había impuesto el PP.
No sé vosotros, pero yo llevaba seis años cabreado. Seis años, se dice pronto.
Con cada ley con la que nos quitaban derechos, con cada uno de sus recortes y sus injusticias, y con la brecha de desigualdad que no paraban de crear, con su hipocresía sobre cómo, supuestamente, estamos saliendo de la crisis. Muy cabreado, tenso. Me descubría a mí mismo apretando la mandíbula para disolver la rabia y sin saber muy bien por qué y es que ese malestar había anidado en mi estado de ánimo.
No sé qué hará Pedro Sánchez. No lo tiene fácil, pero, de momento, todo es distinto. Se nota en el ambiente, no hay tanta crispación. Yo mismo estoy más relajado, no digo contento porque eso es muy complicado con los políticos españoles. Seguramente, acabaré cabreado con el PSOE, como tantas otras veces me ha pasado, pero ahora no; ahora estoy disfrutando este momento de esperanza, porque la palabra es esa, esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario