sábado, 27 de diciembre de 2014

LA MEJOR JUVENTUD

Existen películas que no nos aportan nada en absoluto. Son efímeras, inconsistentes; ni siquiera tienen la virtud de entretenernos y, sin embargo, están en boca de todos o disfrutan de una asistencia masiva en los cines.

Luego están los films que nos llegan al alma. No es que sean profundas o filosóficos ni, por supuesto, moralinas. No. Es, simplemente, que están cargadas de humanidad. Transmiten sentimientos, nos hacen pensar, debatir, incluso discutir, ¿por qué no? Dejan, por ello, un recuerdo indeleble en nuestra psique hasta el punto de llegar a influir en nuestra forma de pensar. Sí, hay películas así; por desgracia, no son tan conocidas; no llegan al gran público. Pasan desapercibidas. Es el caso de “La mejor Juventud”

Esta película italiana llegó a mí por casualidad, de la mano de ese gran cinéfilo que es José Ángel Alventosa. Me dijo “mírala, te gustará”. La dejé aparcada un tiempo hasta que me acordé de ella y la vi. No me gustó, me atrapó. Sus más de cuatro horas de duración pasaron como un suspiro (Está dividida en dos partes). Recuerdo mis lágrimas cuando terminó, intensas, irrefrenables.

¿De qué trata este bello film? Pues de la vida, ni más ni menos, con todos sus componentes, los buenos y los menos buenos. Lo hace a través de dos hermanos, Nicola y Matteo, y ya de paso la enmarca en la historia reciente de Italia, desde los años sesenta hasta la actualidad. Es precisamente esa extensión en el tiempo histórico lo que nos hace formar parte de sus vidas. Viajamos con ellos, trabajamos, nos enamoramos, sufrimos y disfrutamos con ellos. Es inmensa. Te desgarra el alma y, al mismo tiempo, te invita a vivir intensamente cada minuto de tu vida. ¿Cuántas películas son capaces de transmitir algo así?

Si “La mejor juventud” cae en tus manos, no dejas de verla. Eso sí, hazlo en su versión original en italiano, con subtítulos. El doblaje español no ha conseguido hasta ahora, como sí ha hecho con los angloparlantes, mimetizarse con la forma de hablar de los italianos.






martes, 23 de diciembre de 2014

DESESPERACIÓN (breve disertación sobre la verdad objetiva)

Hija mía, vida mía, es hora ya de que te digamos la verdad.
¿Recuerdas cuando de pequeñita te enseñamos tu madre y yo  que debías decir siempre la verdad? ¿Recuerdas lo mucho que insistíamos en los problemas que puede generar la mentira? ¿Quién te creerá cuando sea cierto lo que dices? ¿Quién te va a ayudar sin pensar que no es más que otra mentira? Te ilustrábamos nuestra enseñanza con el cuento de Pedro y el lobo. ¿Te acuerdas? Cuando llegaste a la adolescencia, te lo expliqué con el aria del médico en la ópera de El barbero de Sevilla, así de paso aprovechaba para iniciarte en la ópera, aunque esto creo que nunca lo conseguí.

Tampoco sé si conseguí transmitirte el valor de la verdad. Quiero decir, aparte del momento en que descubriste la autoría de los Reyes Magos, creo poder asegurar, sin temor a equivocarme, que nunca te hemos mentido. Quizás por eso tenemos la certeza de que nos quieres. Nunca te dimos nuestra opinión sin que no nos la hubieras pedido, pero siempre que nos la pedías, fuimos sinceros y eso nos costó más de un pequeño disgusto. A partir de ese momento, quedamos en que las mentiras piadosas pueden ser aceptables, dependiendo del asunto en el que nos moviéramos, no fuera que pudiéramos hacer daño a alguien. No obstante, eso no quita un ápice al valor de la verdad y a lo que, en definitiva, tratamos de contarte ahora tu madre y yo.

Es necesario, es fundamental que nos creas, vida mía. Te va la vida en ello, y la nuestra. No se trata de ningún secreto inconfesable sobre tu pasado; no es nada criminal, no me gusta nada esta palabra, pero ilustra bien lo que quiero decir; no hemos cometido ningún delito, nadie nos va a separar de ti. Por desgracia, tampoco se trata de un euromillón, ni del concurso literario al que siempre me presento. No se trata de una mentira piadosa, créenos que no. Tampoco debes interpretarlo como una exageración. Esto es una verdad cruda, tal cual, incuestionable, indudable, irrebatible, objetiva; de hecho, terriblemente objetiva, aunque venga de nuestra boca.

Sé que me extiendo demasiado (es algo que siempre me has reprochado, aunque tú uses otras palabras más propias de tu edad para decírmelo), pero es que en la soledad de esta sala de espera el tiempo pasa muy lento, pesa, hunde. Las enfermeras me han dado unos folios y he aprovechado para escribirte unas palabras, quizás las últimas. Tu madre ha ido a casa, ya sabes que la abuela no puede estar sola mucho tiempo.

Este es mi último intento, mi vida, para trasmitirte toda la verdad que te hemos enseñado estos años. Ojalá que haya servido nuestra enseñanza sobre la verdad y la confianza que uno desprende hacia los demás cuando opta por no mentir. Esta es la única verdad que importa ahora, vida mía; todo lo demás es secundario. Tienes que creernos, te ruego que nos creas; sí, ahora más que nunca; ahora o nunca: estás delgada.



miércoles, 17 de diciembre de 2014

ENTREVISTA

Os dejo el enlace a la entrevista que me hizo el foro literario Ábretelibro, donde se me conoce como doctorkauffman. En la entrevista me conoceréis un poquito más.

Entrevista al doctorkauffman


jueves, 11 de diciembre de 2014

FELIZ DÍA DEL PADRE

El día más impactante que viví en el colegio fue cuando estaba en tercero de primaria. Unos ocho añitos de nada tenía yo. Mi clase era como una cualquiera; quiero decir que estaba el gracioso, el tímido, el burlón, la mimosa, el mimoso, el meón, el vago, el distraído…pero todos nos queríamos igual. No recuerdo muchas diferencias entre nosotros, ni siquiera en los recreos.

Un día nuestra profesora, bendita sea, qué bien nos trataba, se le ocurrió una idea de lo más interesante: como al día siguiente era sábado y no estaríamos en el colegio, nos pidió que para celebrar el día del padre saliéramos uno por uno a la pizarra a imitar a nuestros progenitores. Nos entusiasmó la idea. De inmediato, supe cómo emular al mío y vi en los rostros de los demás que también imaginaban la mejor forma de hacerlo.

Reconozco que siempre era yo la voluntaria para salir primero a todo, y, gracias a dios, sigo conservando ese carácter. Salí a la pizarra con un libro en la mano, cogí una silla y me senté; crucé las piernas y busqué la postura meditabunda y absorta con la que siempre veía leer a mi padre. Me encantaba. La profesora me felicitó, pero el silencio de los demás evidenció el poco entusiasmo que les despertó mi imitación.

Luego salió Arturo, un chico muy tímido, pero, para sorpresa de todos, empezó a imitar a su padre delante del televisor viendo un partido de fútbol. Madre mía, qué bien lo hacía; los gestos, las frases, hasta los insultos al árbitro. Le aplaudimos efusivamente y él, pobrecito, se disculpó por las palabrotas que había dicho, que sabía que esas cosas no se decían.

El siguiente turno fue para María. Estuvo divina imitando a su padre cuando le llamaban al móvil del trabajo. No sé cuántas empresas compró y vendió. La verdad es que nos divertíamos mucho. José Juan imitó a su padre limpiando y con qué maestría nos hizo ver la torpeza con que la hacía.

El último en salir fue Roberto, el gracioso de la clase. Muchas de sus bromas hacían eran divertidas, pero otras no, en especial para los maestros, pero nos daba igual, a nosotros nos trataba bien. Salió a la pizarra y se colocó frente a Beatriz, una dulzura de niña. Estuvo en silencio unos segundos, como si se estuviera concentrando. De pronto empezó a gritar y a mover los brazos. Gritaba y gritaba. Nosotros comenzamos riendo, pero tan pronto empezó con los insultos nos fuimos callando. Percibimos que aquello no iba bien del todo. La propia Beatriz empezó a asustarse pues Roberto no paraba de acercarse a su rostro mientras le gritaba; y entonces lo hizo, empezó a pegarle en la cara como un salvaje.

La profesora corrió a separarlo, cosa que consiguió con esfuerzo, pero Roberto seguía gritando, pataleando y golpeando la pared. Insultos y amenazas salían de su boca sin cesar, hasta que se agotó, o se mareó y se derrumbó de rodillas al suelo. Luego comenzó a llorar. Nosotros mirábamos en el más absoluto silencio con nuestros corazones latiendo acelerados, mientras la profesora consolaba a la pobre Beatriz.



domingo, 7 de diciembre de 2014

TALENTO CANARIO

Ilustración de Leticia Zamora
En la pasada “Noche en blanco” de la ciudad de La Laguna tuvimos la suerte de tropezarnos con dos ilustradores magníficos: Leticia Zamora y Dibujante Nocturno. Había más artistas exponiendo su obra, y no quisiera desmerecer su trabajo y esfuerzo, pero los dos citados me parecen extraordinarios y me dieron que pensar.

En Canarias hay gente con gran talento. Por desgracia, lo que llega al exterior desde nuestras islas no siempre representa ese talento (aunque esto es cuestión de gustos, por supuesto). Los míos los tengo muy claros. Me quedo con artistas como 


Ilustración de Dibujante Nocturno
Leticia y dibujante Nocturno. Son ellos los que nos deberían representar; ellos y tantísimos otros que comparten ese don magnífico que poseen, ya sea en el dibujo, la pintura, música, escultura, narrativa y el resto de profesiones en general.

Ilustración de José Ojeda
No sé cómo se mueven en este mundo Leticia y Dibujante Nocturno, pero me resultó injusto verlos en un pequeño expositor en la calle mostrando su obra. Eran felices, de eso no me cupo duda, y se mostraban muy cercanos al público, lo que es de agradecer, pero eso no quita para que me pregunte: ¿Por qué no están en Pixar o en Marvel o Disney? ¿Qué hacen aquí? O, ¿qué es lo que sucede en este país para que estos artistas estén exponiendo en una calle? Tampoco me cabe duda de que ambos se desenvuelven bien con sus páginas de facebook y blogs, y que, poco a poco, irán llegando donde merecen estar, pero sigue sin ser justo que, a estas altura, sean unos desconocidos para el gran público y otros (insisto en que es cuestión de gustos) se pavoneen de lo canarios que son con su ¿talento?


Dentro del mundo de la ilustración, y obviando, con su permiso, a mi colaborador habitual, el genial Carlos Fortes, hay otros ilustradores que cuando ves su trabajo te haces las mismas preguntas. Quisiera convertir el dueto del principio en un terceto y añadir al gran José Ojeda, que si estuvo en la Noche en Blanco, le pido disculpas por no haber tenido el placer de tropezármelo.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

ESCALOFRÍO (breve relato confesional)

Esta mañana vino la policía a mi instituto. La típica charla sobre acoso escolar. Qué coñazo.  Al menos, nos libramos de la clase de historia y, si al final hay preguntas, también de la de mates. Bien.
                Nos sentamos detrás, por supuesto. Desde la seguridad de la última fila podemos reírnos, mirar nuestros móviles, distraernos a nuestro antojo, como siempre. No soporto las charlas en las que se nos trata como si fuéramos niños. Ya solo con ver a esas dos policías sé que va a ser así. Lo mismo al final nos regalan un bolígrafo y tan contentos. No les queda bien el uniforme y su pelo corto me hace pensar que son boyeras. Se lo comento a mi novio y, no solo se ríe, sino que lo comenta al resto del grupo, provocando una risotada general. Sonrío orgullosa y mi novio me pasa el brazo por la espalda. Me encanta que lo haga; me hace sentir segura. Le miro y nos damos un beso.
                Nuestro tutor nos recrimina el comportamiento pero pasamos de él.  En cuanto las policías empiezan a hablar saco mi móvil y me pongo a chatear o miro las fotografías que mi novio me ha hecho en mi cuarto. Me encanta cómo le miro; y en esta otra estoy toda provocativa. Es divertido y a él le gusta.  De pronto, los chicos se ríen y me intereso por lo que ha pasado.  Por lo visto, una de las mujeres ha dicho que insultar por el whatsapp es un delito. Me río, quizás más alto que los demás. A veces me gusta llamar la atención.
                La otra policía se hace la fuerte: “No os riáis. Esto está pasando hoy en día en los institutos”. Siempre exagerando, me recuerdan a mis padres cada vez que salgo con mi novio.  “Cuidado con el whatsapp, con los mensajes tipo Mándame una foto de cómo vas vestida o te he enviado tres mensajes y no me has contestado” ¿Pero qué se creen estas tías? Debe de ser que no tienen novio; claro, con lo feas que son. Eso lo envían porque nos quieren. Bueno, sí es verdad que a veces se pasa un poco con los mensajes, pero lo normal es que quiera saber dónde estoy o con quién hablo; para eso soy su chica.
            “Al principio ellas se enamoran del malote de la clase. Eso les gusta, se sienten protegidas  y ven bien que las controlen; lo ven como una señal de amor. Luego vienen los celos, los insultos…”
            Por alguna razón, guardo el móvil en el bolsillo y miro a las policías. No estoy segura si es porque sus palabras llaman mi atención o porque realmente he querido guardarlo. Tampoco entiendo por qué mi novio me aprieta un poco el hombro, como si se hubiera alterado por algo. Es verdad que él es el chulo de la clase y que me atrajo por eso, pero todo el mundo lo sabe. Mola mogollón salir con el líder y eso que han dicho de que te sientes bien porque te controlen pues también lo he sentido.
            “Es alarmante cómo las chicas de hoy permiten actitudes que las generaciones anteriores no consentían”. No sé, pero empiezo a pensar que me gustaría que se callara de una vez. Me siento incómoda. Yo sé bien lo que le consiento y lo que no le consiento a mi novio. Yo le consiento que mire mi móvil y le permito que me diga cómo le gusta que me vista, pero él no me obliga; como tampoco me molesta que me llame puta; sé que lo hace con cariño porque cuando me lo dice nos estamos magreando en su coche. Me doy cuenta de que el resto de las clases que han venido atienden en silencio a las policías. Ya no se ríen.
            “La Violencia de género nunca empieza con una paliza, ni con un puñetazo, ni tan siquiera con una bofetada. Asoma con los primeros celos, las amenazas, y las ofensas constantes. Es ahí cuando hay que zanjar la relación”. Ha pasado algo extraño, algo que me ha producido un escalofrío. Justo en el momento en el que la policía ha dicho eso, mi novio me ha mirado. ¿Por qué me mira así? Me sonríe pero no me gusta su sonrisa. Su mano pasa del hombro a la nuca y la aprieta al tiempo que me guiña un ojo.
            “Muchos no son conscientes de la gravedad de los hechos. No piensan que son maltratadores y ellas tampoco se consideran víctimas de la violencia de género”. Me arden las mejillas; me sudan las manos, la garganta se me bloquea. Nunca lo había visto desde ese punto de vista. El escalofrío vuelve. Tengo miedo.

                        

sábado, 29 de noviembre de 2014

Alma (Poema de Sandra G.)



¡Pon alma, pupilo!
Esto siempre te digo

Te observo.
Quiero ver cómo te mueves,
cómo te desenvuelves
cómo te sientes.

A ti pupilo,
te mostraré,
te enseñaré
la maestría del leer,
de aprender, del saber.

Cuando triunfas, yo contigo,
cuando fracasas, yo contigo.
Te levanto y te enseño
a aprender de ese suspiro.

¡Ay, pupilo!
Futuro eres,
a la espera de un camino.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Jack Johnson

Me gusta casi toda la discografía de Jack Johnson. Es fresco, sencillo (que no simple) y su música siempre llega con facilidad, lo cual es de agradecer. Cuando le veo, tengo la sensación de estar ante una persona que disfruta plenamente con lo que hace. No es complicado acercarse a él. Basta con escuchar un par de canciones bien seleccionadas para que, de inmediato, se cuele entre tus favoritos. Yo desconocía su existencia hasta que el insigne doc.tecnosurf me abrió los ojos, como siempre hace musicalmente.
Hay un tema que escucho asiduamente: You and Your Heart, aunque prefiero hacerlo viendo su video porque es algo tan sencillo (que no simple) como él cantando mientras surfea. Se le ve tan feliz..., tan próximo, que parece que el surf fuera fácil. Siempre he querido surfear pero nunca me he atrevido. Estar en un tubo de ola y tocarlo, menuda sensación... Cuando me siento lejos de ese sueño, cuando creo que es imposible, veo a Jack Johnson en su tabla y me digo que nunca es tarde. Eso mismo me decía Oliver Rinder, versado en esto del surf: que él había enseñado a surfear a personas de sesenta años. Bueno, desde luego no es mi edad, pero entre Johnson y Oliver me mantienen mi sueño vivo. Eso sí, si alguna vez aprendo, deberá ser en una playa sin grandes olas (prácticamente inofensiva) y con arena, mucha arena, ni una sola piedra. (Y sin tiburones, claro)



domingo, 16 de noviembre de 2014

The Kiss

Que José Ángel Alventosa pinta con su cámara es algo que ya sabemos todos. Ha conseguido que lo extraordinario se convierta en normal. No es que no nos sorprenda, es que nos hemos acostumbrado a que nos sorprenda, a que nos maraville. Con esta fotografía ha hecho una marina, género pictórico que adoro. Quizás sea mi predilección por el mar lo que haga que esta imagen me atrape, ¿o es su título? Antes de saber cómo ha bautizado su fotografía, uno ve el mar en su continuo lamento con la orilla, pero cuando te percatas del título (The Kiss, el beso), la vida misma se presenta ante tus ojos, el amor, la pasión, sobre todo la pasión. Parece que puedes verla ahí mismo, en la orilla, explotando. Es puro expresionismo.
Lo único que puedo reprocharle a José Ángel Alventosa es que titule a sus fotografías mayoritariamente en inglés. Puedo entender los motivos y por eso le perdono, ¿quién no le perdonaría? 

jueves, 13 de noviembre de 2014

Razones por las que ya no voy tanto al cine

Yo era de los de cine semanal. No faltaba a la cita: los viernes, cine. Lloviera, tronara o estuviéramos en plena plaga de langosta. Incluso si ese viernes caía en Nochebuena o Nochevieja, yo iba al cine, a la sesión de la tarde, claro. Recuerdo ese hábito con especial cariño; hábito que mantuve hasta hace unos años. Ahora es todo distinto pues acudo al cine unas cinco veces al año. Veamos los motivos.
Sin duda, un factor de peso es que no vivo en ninguna ciudad, y la única ciudad donde me gustaría vivir, no tiene cines. Esto implica tener que coger el coche y, sinceramente, me da pereza, algo menos en verano.
Luego se ve que me hago mayor pues lo que antes no me molestaba tanto, ahora me molesta mucho más. También es verdad que antes no había móviles que sonaran durante la proyección, o que la gente encienda en medio de la oscuridad reclamando la atención de mis ojos. Ahora todo es comprar palomitas, con lo que huelen y suenan. Cientos de mandíbulas masticando al mismo tiempo. Además, se han incorporado los nachos. Toda una bandeja con su salsa. ¿Vamos al cine o de picnic?
Cada vez soporto menos que la gente hable durante la proyección. Me irrita muchísimo, me desconecta, me saca de la película, y no estoy dispuesto a pedirles que se callen. Me sube la tensión.
¿Y el precio de la entrada? ¿No es carísimo ir el cine? Súmale lo que compras en el bar. ¿Y si vas en familia? Se convierte en prácticamente un lujo. ¿De verdad el precio está justificado? Yo creo que no, aunque me faltan datos. Pero sí sé que muchísima gente ha dejado de ir al cine por ese motivo y ha optado por internet. Luego vemos, con las iniciativas del día del espectador, cómo sube la afluencia al cine de manera enorme. La última campaña fue de más de dos millones de personas en dos días. Lo que quiere decir que no es culpa de las películas por lo que no se va al cine (si son malas, etc…) sino del precio de las entradas.
De hecho, cuando voy al cine, elijo películas en las que estoy seguro que me voy a entretener; eso es lo mínimo que pido. Con esos precios, no puedo probar, no puedo arriesgarme como quisiera, como hacía antes. Ah, qué tiempos aquellos…

¿Cómo puede competir todo eso con la comodidad de mi sillón cheslong donde, además, puedo estirar los pies y ver una película tranquilamente?

domingo, 9 de noviembre de 2014

Búbal y la luz del valle

Recientemente, tuve la oportunidad (honor y privilegio) de pasar una semana en Búbal con mis alumnos. Búbal es uno de los tres pueblos abandonados que, desde hace casi tres décadas acogen a centros escolares para que ayuden a su reconstrucción y reutilización. Al mismo tiempo, se les presenta cómo era la vida en esos lugares y las razones por las que debemos ser respetuosos con el medio que nos da la vida.
Búbal es una especie de pequeño paraíso a pie de carretera y a unos 22 kilómetros de Francia, en pleno Pirineos. Uno de los tantos pueblos que abarca el valle de Tena, en Huesca. Cuentan los docentes de Búbal que el valle tiene una luz que, una vez que te alcanza el corazón, ya no te abandona; y es verdad. Uno parece estar en otro mundo cuando disfruta de Búbal; no solo estar sino desear que ese otro mundo contamine al nuestro, al de la rutina, al del estres y las tecnologías, y que termine por transformarlo, también, ¿por qué no?, con su luz.
Mi agradecimiento a los docentes y monitores que hacen posible la realidad de Búbal, empezando por su coordinador, Raúl, y seguido de Jesús, Lucas, Elisa, Carmen, Nuria, José Antonio, José, Fina, Manuel, Félix...todos maravillosos haciéndonos pasar unos días inolvidables.
Por mi parte, veo cumplido mi sueño de, como profesor, haber estado en los tres pueblos del programa: Búbal, en Huesca, Umbralejo, en Guadalajara y Granadilla en Cáceres. Creo, sinceramente, que todos los docentes deben, al menos una vez en su vida profesional, acudir a alguno de estos pueblos.





miércoles, 29 de octubre de 2014

El talento

Todos tenemos talento, todos, sin excepción. La cuestión es, ¿llegaremos a descubrirlo alguna vez? Hay quien se niega a sí mismo su talento y se queda en la sombra de lo que pudo haber sido; otros viven toda una vida sin conocer el don con el que nacieron; luego están los afortunados que pueden desarrollarlo. Por alguna razón que desconozco, mucha personas se niegan a creer que tengan talento. Es cierto que, en muchas ocasiones, las circunstancias de tu vida te impiden sacarlo a la luz, a pesar de ser consciente de poseerlo, y eso es muy triste, es trágico. Precisamente por eso, qué hermoso es cuando nos encontramos a alguien que si ha podido y querido explotar el don con el que nació. Es el caso de Luca Stricagnoli, un músico que es capaz de hacer esto con su guitarra. 

domingo, 26 de octubre de 2014

The Time to Run

Cuando escucho esta composición de Dexter Britain tiendo a imaginar que algo extraordinario está sucediendo; algo como el nacimiento de un ser vivo, o las flores que reciben excitadas a la primavera. Mi mente viaja al comienzo de un rodaje cinematográfico o al taller de un artista dispuesto a realizar una obra de arte. La publicación de una gran novela o los primeros intentos de vuelo de cualquier ave. Algo en construcción, algo importante, que se eleva y en lo que participan multitud de elementos coordinados; la formación de una orquesta sinfónica o las primeras palabras de tu hijo; tu sonrisa al encontrar trabajo o, ¿por qué no?, el inicio de una relación de pareja, que avanza, que evoluciona, que alcanza la vejez con la misma sonrisa con la que se generó en la juventud. Dexter Britain ha conseguido con esta pieza que mi imaginación se desboque.

jueves, 16 de octubre de 2014

Reseña

Qué alegría da encontrar una reseña de una novela propia, y más si la has encontrado en un blog de literatura, y mucho más si la reseña es positiva y se recomienda la lectura de la obra reseñada. Es el caso de María Angélica Teherán y su blog "El cementerio de los libros". Quisiera compartir su crítica con todos vosotros, así que os dejo el enlace a su página.

reseña de "Mis ojos llenos de tí"

lunes, 13 de octubre de 2014

El camino

La diferencia entre una película grande y otra pequeña no sé bien cuál es, porque hay películas grandes que defraudan bastante y películas pequeñas que son muy grandes. Esto último sería el caso del film que nos ocupa, “The Way”, dirigida por Emilio Estévez, e interpretada por su padre, Martin Sheen.
Desde luego, y para ser sincero, el haber hecho el camino de Santiago me ha influido, y mucho, para que esta historia me haya gustado tanto. Lógico, pues te identificas, no solo con los lugares, sino con las angustias y alegrías de sus protagonistas. Sin embargo, si no has sido peregrino, ni has deseado “buen camino” a los que te pasan o a los que te unes, no es condición para que no te guste el film, pues al final de su metraje lo que te apetece es seguir de inmediato los pasos de los personajes. ¿Quién no desea hacer el camino de Santiago y lo ha ido postergando verano tras verano? El visionado de esta película te hará fijar una fecha definitiva, eso seguro.

Aquí estoy posando en un bello sendero
anterior a Pedrouzo
La historia que nos narra transcurre a un ritmo lento, pero agradable. Nos enfrentamos a diversas inquietudes humanas, sin parafernalias, en crudo, y sin efectos especiales. Su estupenda banda sonora y la  excelente selección de las canciones ayudan mucho, no cabe duda. A mitad de metraje ocurre la magia, pues percibimos que somos uno más en ese grupo que, por diversas razones (y eso es siempre lo más hermoso del camino) peregrina a Santiago de Compostela. Para mí es de visionado obligatorio y, de hecho, le reservo un día del verano para verla cada año y recordarme que tengo pendiente volver a hacer el camino.


sábado, 11 de octubre de 2014

Uno de mis temas preferidos

Musicalmente hablando, claro.
Se trata de una composición de Zack Hemsey, un compositor emergente al que le vaticino un gran lugar en el mundo de la música; y si no, al tiempo.
El tema que nos ocupa es "Mind Heist. Evolution". Me atrapa por su fuerza, por sus cambios de ritmo, por sus constantes ondulaciones, porque sueño con ella, porque me hago grande, porque tengo un imperio, porque está hecha con un ordenador, porque vibra, porque explota, porque da los respiros justos para volver a la carga, porque tiene misterio, porque viene el apocalipsis y no tengo dónde esconderme, porque me invita a volver a escucharla. 
No todos las composiciones de este autor me gustan. Creo que "The way" está a la altura del tema que comento aquí, En cualquier caso, os invito a que lo escuchéis, pero agarraos bien. Pincha en el enlace.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La serpiente

Pues me corresponde ahora comentar otra de las fotografías de José Ángel Alventosa. Un artista, no solo con la imagen, sino también con los nombres. Es tan sabio eligiendo nombres que su trabajo cobra vida. Cojamos la presentada aquí mismo. La bautizó como " The Snake" ( La serpiente). Podía haberle puesto otro nombre, pero se decantó por este y, entonces, la imagen, por arte de magia, cobra vida y ya solo vemos eso, una serpiente. Un enorme y sinuoso reptil que avanza lentamente entre las maravillosas sombras del blanco y negro hacia las dos personas del fondo que, sumergidas en su propia abstracción, permanecen ajenas al peligro que se les viene encima. Y yo me pongo nervioso. Quisiera avisarles pero no puedo.

viernes, 3 de octubre de 2014

El reloj de la torre

No hay manera: cada vez que oigo sonar el reloj de la torre de alguna iglesia, con esa peculiar y breve melodía que marca las en punto, me viene a la cabeza "Regreso al futuro". Es automático, instintivo, un acto reflejo de mi baúl de los recuerdos, un mecanismo neuronal que se acciona al mismo tiempo que ese reloj. Y entonce sonrío, y mi sonrisa me provoca una ligera relajación en mi cuerpo porque, por un instante (un milicentón, que diría Starback), viajo a Hill Valley y estoy con Marty Mcfly. El bienestar que me genera esa reacción en cadena me dura todo el día, tal es la influencia que esa película ejerció en su momento en mi vida. Llevo a todos sus personajes en mi corazón. Podría recitar sus diálogos de memoria, incluso en inglés. Como adolescente inseguro que era, me sentí contagiado, invadido, por la autoestima de Marty Mcfly. Como soñador irrefrenable que he sido siempre, me enamoré de la capacidad de soñar del doctor Emmet Brown. Quizás haya sido él, en realidad, el que ha mantenido siempre viva en mí la llama de la escritura. Quizás por eso nunca he dejado de escribir. Todos tenemos nuestra propia máquina del tiempo en nuestro interior, y es ella la que nos impulsa a seguir adelante.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Tengo algo que deciros (breve relato familiar)

-Acercaos todos, tengo algo que deciros.
Aquellas palabras habían salido de la boca del  viejo y millonario señor Mora; con mucho esfuerzo, todo hay que decirlo, pues se hallaba en su lecho de muerte. Horas le pronosticaban los médicos. Sus más allegados le acompañaban en momento tan fatídico, sorprendiéndoles que el enfermo aun pudiera reunir las fuerzas suficientes para poder hablar. La familia acudió en tropel, atraídos por las más que probables últimas palabras del moribundo.
El señor Mora batió los ojos de un lado a otro, pues incapaz era de mover el cuello, comprobando que sus familiares habían acudido a su llamada. Satisfecho con el resultado, preparó sus pulmones para una nueva frase.
-Os he engañado a todos- dijo con la voz carrasposa, y lo dejó ahí. Diríase que su deseo no era otro que observar el impacto de su noticia en los presentes.
Su hijo mayor quedó aterrorizado, aunque procuró no exteriorizarlo. ¿Se estaría refiriendo al fondo de inversiones en el que le había aconsejado meterse? Le dijo que era un negocio seguro;  de hecho volcó todo su capital en aquella inversión. En los últimos años no se había llevado muy bien con su padre, pero ¿le habría guardado el rencor suficiente como para llevarle a la ruina con una falsa información? ¿A él?, ¿a su propio hijo?
La esposa del señor Mora no pudo evitar llevarse la mano derecha a la boca. Su marido le había jurado y perjurado que ella sería le heredera principal tras su muerte. Incluso le había visto con sus propios ojos firmando el testamento. ¿Lo habría cambiado a sus espaldas? ¿Por quién?, ¿por el desagradecido de su hijo y su soberbia nuera?, ¿por su secretaria, tal vez? Ya antes de caer enfermo le había asegurado que las aventuras con sus secretarias habían llegado a su fin, que solo estaba ella en su vida, su compañera fiel durante todas aquellas décadas.
La nuera del señor Mora le miró como le miraba siempre, por encima del hombro. La noticia no le sorprendió, aunque desde luego hizo sus cábalas sobre el engaño anunciado, llegando a la conclusión de que su última voluntad era la de reírse en sus caras tras  señalarles que desheredaba a todos.
La nieta del señor Mora se mordió contrariada el labio inferior. Su abuelo le había prometido el Ferrari rojo cuando él ya no estuviera. ¿Se habría echado atrás? Su abuelo siempre se lo había consentido todo. No era justo que ahora le hiciera esa jugarreta, y encima delante de sus padres. Además, todos sus amigos ya contaban con el coche. ¿Con qué cara se los diría? ¿Cómo soportar tanta vergüenza?
El señor Mora, por su parte, sonrió satisfecho al ver los rostros tensos y ansiosos que había conseguido al llamarles.
-Acercaos, más, diantre, que ya no me queda aliento- se quejó.
Inmediatamente, sincronizados, alongaron sus cuerpos alrededor de la cama para escucharle mejor. El moribundo tomó aire consciente de que se disponía a hablar por última vez. Incluso se relamió como si se encontrara frente a su plato favorito. Al fin, habló.
-No soy alérgico a los mariscos-los allí reunidos se miraron como idiotas para comprobar que habían oído lo mismo-. Nunca lo he sido. Nunca he soportado su sabor asqueroso y su olor nauseabundo. Por eso simulé ser alérgico ¡Ja!
Y murió.


domingo, 28 de septiembre de 2014

La Primavera, de Edvard Munch

Este es, sin duda, el cuadro más triste que conozco, y se llama La Primavera. Con un nombre así, solo podemos imaginar alegría, música, baile, amor, vida. Para el pintor noruego Edvard Munch no. Autor de un cuadro tan significativo como "El grito", para mí tiene obras más sobrecogedoras, como esta misma. Si indagamos un poco en su vida encontraremos que la muerte y la enfermedad estuvieron muy presentes, siendo la tuberculosis la causante de que muriera su madre y una de sus hermanas. El cuadro que aquí comento representa su versión de la primavera, es decir, la estación en la que empieza a brillar más el sol tras un largo invierno, y en la que una niña enferma de tuberculosis puede disfrutar de un calor beneficioso para tratar su enfermedad. Esperanza y muerte unidos en una misma imagen. Tristeza, mucha tristeza.


martes, 23 de septiembre de 2014

Michael Dios Caine


Michael Caine es el actor de mi vida. No lo sé, quizás sea porque ya era el actor preferido de mi madre, que jamás consiguió pronunciar bien su nombre. Para ella era Miki kein, y así se quedó. Para mí este actor representa la superación, la lucha por salir de unos orígenes extremadamente humildes. Jamás se rindió y pasó por muchos infortunios (incluso llegó a luchar en la guerra de Corea por problemas que tuvo en su país) Su rostro tiene algo cercano, lo mismo que sus ojos. Haga el papel que haga, siempre te pone de su lado y esa virtud la tienen muy pocos actores en la actualidad (quizás Anthony Hopkins). Tiene ya más de ochenta años y sigue en activo. No puedo imaginar que un día ya no estará, que un día dejará de hacer películas. En su larga carrera participó en muchas mediocridades, pero también hizo papeles grandiosos como Alfie, Hannah y sus hermanas, El hombre que pudo reinar, Qué ruina de función, Little Voice, Educando a Rita (esta última una lección de actuación) e incluso su pequeño papel a lo john Lennon en Hijos de los hombres. Grande, Michael Dios Caine. Por cierto, gran labor también la de su habitual doblador en España, Rogelio Hernández (ya fallecido).



domingo, 21 de septiembre de 2014

EL PERIODO DE PRUEBA
 (relato extenso)

            -El consejo de administración ha decidido ascenderte; el puesto de director adjunto es tuyo.
            Escuchar esas palabras de boca del carrasposo y enigmático señor Mora provocó en Alberto una sensación cercana al más puro y reconfortante éxtasis. Aunque sea una expresión muy manida, viene que ni de perilla para explicar con pocas palabras su satisfacción: fue como quitarse un enorme peso de encima. Sus hombros se relajaron, volviendo a un estado casi olvidado para ellos; sus músculos faciales recuperaron una posición arrinconada tiempo atrás, activándose para mover los labios hacia la sonrisa. No es que no hubiera sonreído en años, es que nunca dicho gesto había sido tan sincero, tan agradecido, y tan rotundo a la vez como aquella mañana. Menuda sorpresa. Lo llevaba deseando una eternidad y aún así la noticia le golpeó en el pecho.

            -¿No dices nada?-le preguntó el Señor Mora.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Con solo cuatro notas

Me pregunto cómo será posible que con tan solo cuatro notas, Clint Mansell haya conseguido una composición tan abrumadora. La repetición. Los renacentistas, en especial los arquitectos, dotaron de belleza a sus obras a través de las repetición. Ventanas y puertas colocadas de forma simétrica, una tras otra, y el edificio, casi por arte de magia, adquiría mayor ligereza y armonía. Resultaba bello. La banda sonora de  la turbadora "Requiem por un sueño" es para mí como uno de esos edificios. A través de la sencilla sucesión continuada de cuatro notas consigue emocionarme. Suele ser que lo más simple acaba siendo lo más bello. Hay que dejarse llevar por esta magnífica composición; poco a poco, sin prisa,  hasta alcanzar la fuerza estremecedora de su leitmotiv. No me canso de escucharla.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Dedicatoria


Hace unas cuantas entradas os hablé de José Ángel Alventosa y su pasión por la fotografía. Pues bien, la semana pasada colgó en su facebook una fotografía que me dedicó, tanto a mí, como a mi novela "Mis ojos llenos de ti". Solo con ver la fotografía se entiende el sentido de la dedicatoria pues es muy similar a la portada de mi libro. Muchas gracias, José Ángel, por el detalle. La fotografía la tituló "Llenos de ti".


martes, 9 de septiembre de 2014

Madrid (relato)

MADRID
(basado en un hecho real, o quizás en varios)



            Contacté con él por internet. Todo un adelanto esto de la red. Una lástima que no existiera antes. Me dijo que sería mucho mejor para los dos que nos viéramos en Madrid. Parece un joven discreto; debe de serlo con los servicios que ofrece. Me pregunto cómo será. Realmente no sé si es joven o yo he querido imaginármelo así. ¿Cuál será su carácter? ¿Tranquilo, amistoso, dulce, comprensivo? Bueno, qué más da; tampoco es que vayamos a estar juntos mucho tiempo. Le propuse vernos en un hotel pequeño, o en uno de esos hostales que tanto abundan en la capital, pero lo rechazó. Prefiere un gran hotel, en una zona céntrica; por su experiencia, me explicó que se pasa mucho más desapercibido cuanto más lujoso y grande es el lugar. Quizás tenga razón.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Lugares que me gustaría visitar

Son tantos lugares los que me gustaría visitar. Creo que una vida entera dedicada a ella (habiendo ganado el euromillón, claro) no me bastaría y, como ya llevo más de la mitad de mi vida gastada, me voy a tener que conformar con unos pocos de esos lugares. Os iré hablando de ellos de vez en cuando. Comprenderéis que si lo hago muy a menudo acabaría desconsolándome más de lo que debería. Son sitios muy especiales para mí. Por supuesto, cada uno tiene esos lugares a los que les encantaría ir y, es muy seguro, que a muchos les resultaría incomprensible perder el tiempo visitándolos, pero son tus lugares, tus deseos, tus sueños; tan válidos como los de cualquier otro.
Empezaré con un lugar cuya existencia descubrí hace relativamente poco tiempo. El museo de Julio Verne en su ciudad natal, Nantes (Francia). No me refiero solo a su casa museo, sino a la extraordinaria exposición que se ha hecho sobre las criaturas y artilugios que aparecen en muchas de su novelas. Debe de ser fantástico estar junto a estas máquinas que recrean los momentos más apasionantes de sus historias. Esto se debe, sobre todo, a la magia y el talento del brillante equipo Royal de Luxe que, todo hay que decirlo, aquí se han lucido. Un lujo para los aficionados a Julio Verne estar en Nantes. ¿Cuántas cosas que él imaginó son hoy una realidad? ¿Sabíais que en una de sus novelas habla ya de los rascacielos y de una sistema de comunicación muy parecido a internet? 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Una respuesta genial

Alejandro Dumas padre
Alejandro Dumas (padre) es el autor de libros tan célebres como "El conde de Montecristo" o "Los tres mosqueteros"; dos novelas que, por sí solas, bastarían para llenar el imaginario de generaciones enteras de lectores. Lo que no sabe mucha gente es que Dumas solía escribir con colaboradores; es decir, contaba con una serie de escritores que estructuraban toda la novela, se la entregaban a Dumas y este les daba su toque especial. Quizás el colaborador más importante fuera Auguste Maquet, precisamente por ser el co-autor de las dos novelas citadas más arriba. A ninguno de nosotros se nos ocurriría decir que esas novelas son de Maquet; decimos que son de Dumas. Así de injusta puede ser la Historia.
Auguste Maquet
Tanto se hablaba de estos colaboradores en el París de la época que un día Alejandro Dumas preguntó a su hijo (célebre escritor también, con obras como "La dama de las camelias"): ¿Hijo, has leído mi última novela?
Y su hijo le contestó:
-Sí. ¿La has leído tú?


La verdad es que su respuesta estuvo genial.


sábado, 30 de agosto de 2014

Diseñando la portada


La elaboración de la portada y contraportada de "Mis ojos llenos de ti" fue un proceso corto pero intenso. Ya desde el primer momento, Carlos Fortes, el ilustrador, me presentó un borrador que se acercaba bastante a lo que sería el resultado final. Se involucró desde el principio y fue muy paciente conmigo. Yo alucinaba viéndolo trabajar con esa megamesa digital que tiene. Se mueve como pez en el agua con ella. Me iba enviando bocetos de manera incansable y yo poco podía aportar porque él siempre clavaba a la primera todos mis pensamientos en su dibujo. Luego llegó la última fase, la de maquetar las ilustraciones en los parámetros de Amazon; ahora me río pero fueron unos días de lo más estresantes con esos emails a tres bandas entre Carlos Fortes, Lucía Bartolomé (encargada de la edición) y yo. El resultado habla por sí mismo. 
Aquí tenéis alguno de los bocetos de la portada.

jueves, 28 de agosto de 2014

Polvo de estrellas


Hace unos veinte años llegó de casualidad a mis oídos la melodía de un programa de radio. Con los auriculares de mis walkman puestos, trataba de soportar el calor de las noches veraniegas escuchando la radio hasta que me entrara el sueño. Recuerdo que el reto era ver lo que seguía al programa de José María García (en Antena 3 radio), un programa eterno, pero que su protagonista lograba llevar bastante bien. Por fin, una noche, lo logré. Imposible olvidar aquel momento, pues entraba por primera vez en contacto con “Polvo de estrellas”, el programa de cine de Carlos Pumares. Definir a este señor es complicado, pues tiene tantos seguidores como detractores, pero yo le debo mucho: para empezar, que me entretuviera en el sopor de la canícula y, sobre todo, mi cultura cinematográfica, que si es amplia, es gracias a él. Precisamente por ello, en mi novela, “Mis ojos llenos de ti” le hago un sentido homenaje. Para gran sorpres mía, encontré en Facebook una página que se llama "Polvo de estrellas" y cuyo administrador cuelga de vez en cuando alguno de los programas de Pumares. Qué emoción volver a escuchar aquella música encantadora con la voz voluptuosa que anunciaba el programa. Os dejo aquí un video de youtube dondes se recoge el audio de su famoso especial sobre "2001, una odisea en el espacio", en el que explica la película, si es que esa película tiene explicación. En esta grabación ya no está en Antena 3 sino en Onda cero. 


martes, 26 de agosto de 2014

La buena samaritana (relato)

Describir el grado de decepción de María podría ser complicado y, además, nos llevaría mucho tiempo. Toda la vida había querido ayudar a los demás, probablemente inspirada por la profesión médica de su padre, o, quizás porque siempre había admirado a Teresa de Calcuta. Negada para las ciencias y sin vocación eclesiástica, María se metió en mil organizaciones de ayuda desde su más tierna pubertad. No tenía tiempo ni para pensar en los chicos que, ni que decir tiene, la veían como a una atractiva bastante extraña; o sea, que al mismo tiempo que querían acercarse a ella deseaban alejarse. No le importaba, pues en lo único en que pensaba era en ser útil al prójimo.
            Sin embargo, de alguna u otra forma, María acababa siempre decepcionada con las organizaciones a las que se asociaba. Al principio lo relacionaba con la diferencia de edad que había entre ella y la mayor parte de sus miembros, que, por cierto, no les resultaba nada extraña y sí muy atractiva, de modo que casi todos acababan rondándola; quizás fuera también por esto que sus ilusiones se disipaban pasado un tiempo en la organización. ¿De verdad que no había ninguna ONG en la que ninguno de sus miembros intentara ligársela y se centrara definitivamente con ella en el objetivo de la misma?
            Pasados los veinticinco años, y con una licenciatura en filología árabe a cuestas, dio con lo que pensaba era la organización perfecta, pues nadie la pretendía. Qué a gusto se sentía colaborando entre tanta sinceridad, entre tanta acción desinteresada. No había una actividad a la que no acudiese llevando todo su entusiasmo. De hecho, nunca pensó que su entusiasmo pudiera jugarle tan mala pasada, pues los presidentes de la organización lo esgrimieron para prescindir de ella. No se lo podía creer. Según les había entendido, se implicaba tanto en la colaboración que los demás acababan apartándose, señalándola como una niña de papá encaprichada, probablemente movida por remordimientos burgueses, con ayudar al prójimo.
            Insultada, humillada, rebajada…Así se sentía  María al salir de la sede; pero si lo único que deseaba con toda su alma era ayudar, especialmente en esta última donde se rehabilitaba a toxicómanos. Después de dos años de colaboración, resultaba que no servía debido a su exceso de entusiasmo y un carácter ciertamente impetuoso. Tan afectada quedó que terminó descuidando su trabajo de venta de seguros por teléfono, porque, como es obvio, como filóloga arábiga no se comía un rosco, hasta que la echaron.
            Su desazón iba en aumento, no tanto por haber perdido el trabajo sino porque se había extendido su cese de la ONG entre otras organizaciones y, a esas alturas, se había convencido de que no podría colaborar con ninguna otra, al menos en esa ciudad. Si ella solo quería ayudar; consideró seriamente la posibilidad de acudir a un psicólogo, trasladarse a otra provincia, convertirse al budismo…
            Aquella mañana, iba María camino de las oficinas del paro con la cabeza puesta en los necesitados. Siempre había sido una gran despistada y no era de extrañar que durante el día tropezara con más de un transeúnte o se equivocara de calle. Aquella estaba resultando una jornada de máxima distracción, por lo que, tras chocar con tres viandantes, acabó perdida. Cuando se percató de su desorientación quiso llorar ya que donde se suponía que debían estar las oficinas del paro había un banco. Ella no quería una incubadora de crisis, quería poder arreglar sus papeles en una oficina de empleo. Buscó a quien preguntar, cayendo sus ojos en un joven que aguardaba al volante de su coche aparcado en doble fila. Su rostro le pareció fiable y se acercó a él.
           - Perdona, verás, es que me he perdido; increíble porque llevo viviendo en esta ciudad por lo menos diez años, desde que mi padre cambió de hospital y vine a hacer el instituto aquí. El caso es que yo estaba convencida de que donde está ese banco había antes una oficina de empleo, porque me han despedido, ¿sabes?, como a mucha gente estos días, espero que no sea tu caso. A mí, por despistada; como lo oyes. Bueno, en parte tenían razón porque yo no hacía otra cosa que pensar en la ONG donde colaboro, perdón, colaboraba porque de ahí también me han echado…Oye, ¡Yo a ti te conozco!
            El joven en cuestión, escuchaba sorprendido la verborrea de la desconocida. Nervioso, apretaba sus manos al volante deseando que aquella loca se marchara de una vez, pues resultaba de lo más inoportuna; pero cuando oyó que le conocía quedó paralizado.
            - ¿Ah, sí?- balbuceó-, no creo.
            - Que sí, que sí- insistía María acompañando su histerismo con pequeños brincos-, pero ¿de qué, Señor?, ¿de qué te conozco?
            -Yo creo que no, además estoy esperan…
            - Ya sé, ya sé, ya sé, del instituto, del Miguel Hernández- el joven quedó sin respiración pues él había estudiado ahí-. Tú eres Raúl. Ay, ¿cómo te apellidabas? Bueno, es igual. Raúl, ¿no te acuerdas de mí? Soy María, la friki de las ONGs.
            Un ligero brillo en los ojos del joven acabaron por delatarle.
            -¿Ves como eres Raúl?- continuó María-. No me digas que no te acuerdas, si todos queríais ligarme. Bueno, ahora que lo pienso, tú nunca lo intentaste.
            Raúl hacía lo posible por mirar al banco, pero el cuerpo de María se lo impedía. Suspiró vencido.
            - Sí, soy Raúl y me acuerdo de ti- le confesó pensando que así se libraría de ella. Error. Grande.
            - Jo, qué ojo tengo- dijo con el mismo entusiasmo-, mira que esta ciudad es grande, ¿eh? Y me vengo a perder justo aquí, donde estás tú y encima te pregunto por una oficina de empleo.
            Un pequeño silencio se interpuso entre los dos. Raúl no estaba dispuesto a decir ni una palabra más y María no podía consentir que ese silencio continuara prolongándose.
            - Y dime, ¿qué haces? Yo ya lo ves, camino del paro,  que estos días es lo común; espero que no te encuentres en la misma situación. La verdad es que te perdí la pista en seguida. ¿Terminaste el insti?, ¿qué hiciste? Yo me metí en filología árabe, ¿te lo puedes creer? Me pareció de lo más romántico, y mira que mis padres me insistieron para que hiciera otra cosa…Oye, que mejor me meto en el coche, ¿no? Y hablamos con tranquilidad. ¿Tienes mucha prisa?
            - Sí, sí, muchísima- le respondió velozmente viendo una vía de escape con esa pregunta.
            - Si es solo un momento, con la de años que no nos vemos.
            María empezó a rodear el coche dirigiéndose al asiento del copiloto.
            - No, no, no- protestó Raúl, pero fue en vano. Dos segundos más tarde, estaba sentada a su lado. Raúl empezó a sudar, lo notaba en sus manos que continuaban apretando el volante. Al menos ahora podía ver claramente el banco.
             -Oye, que tienes el motor encendido- le indicó María-, sí que tienes prisa. Bueno, te prometo que será solo un ratito, en lo que sale tu mujer del banco, porque la estás esperando, ¿no?, o a tu novia. ¿Tú te has casado? Yo no. He tenido mis novietes, pero la verdad es que no compartían mis deseos de ayudar a los demás; en resumen, que eran todos unos egoístas, como en el instituto, que todos andabais detrás de mí, ¿te acuerdas? Todos menos tú, que no me soportabas.
            Aquel comentario consiguió desconectar a Raúl de sus más inmediatas preocupaciones y, por primera vez, mostrar interés por el monólogo de su antigua compañera.
            - ¿Por qué dices eso?, me caías bien.
            - Pues chico, ¿qué quieres que te diga? Nunca me dirigías la palabra, era como si te escondieras de mí.
            Los recuerdos, que para Raúl estaban muertos y enterrados, acabaron resucitando con las palabras de María.
            - Bueno- empezó diciendo Raúl en voz baja-, es que era muy tímido, pero sí que me caías bien.
            Sus ojos se encontraron provocando en María una alegre e inusual sensación. Nunca antes había visto tanta dulzura en una mirada; hasta tuvo la sensación de quedarse bloqueada, y eso sí que era raro en ella. Raúl creyó estar reviviendo aquellos años de instituto; años confusos en los que su timidez le llevó a seguir la corriente constantemente, una corriente equivocada, de eso estaba seguro. María no tardaría en preguntarle cómo le había ido en la vida y entonces no tendría otra que mentir, pero se lo notaría, estaba seguro. La voz de su antigua amiga quedó amortiguada por las imágenes que fluían en su memoria. Vestida siempre como la más hippie de las hippies, siempre con la matraquilla de ayudar a los demás, siempre con su discurso incansable. Nunca se atrevió a decirle que estaba de acuerdo con ella, nunca dio los pasos suficientes como para acercarse a ella y pedirle una cita, como hacían los demás. Sí hizo caso, sin embargo, a todos los capullos que le llevaron a repetir ese curso y a no a terminar nunca sus estudios. Tampoco a ellos había sido capaz de negarles un porro o una raya.
            - ¿Y dime, cómo te ha tratado la vida?
            Allí estaba la pregunta maldita. ¿Por qué tendría que haberse tropezado con ella?, ¿por qué no se iba de una jodida vez?
            - Pssa, ya sabes, un poco como a todos; unos trabajillos por aquí, otros por allá, siempre en la construcción.
            Raúl temió haber respondido con un tono demasiado lastimoso, pues lástima era lo último que quería despertar en ella. Los nervios, que aparentemente, habían desaparecido, afloraron de nuevo para hacerle estrangular el volante. María, probablemente por primera vez en su vida, permaneció en silencio. Había quedado prendada por la candidez de aquellos ojos que ocultaban torpemente una vida llena de tropiezos.
            - ¿Sabes lo que vamos a hacer?- le preguntó entusiasmada- Vamos a tomar un café.
            - ¿Qué?- protestó,  más que preguntó.
            - Sí, un café, ya sabes. Vamos los tres.
            La idea le tentó, pero estaba allí en ese coche arrancado por algo y debía renunciar a ello si quería aceptar esa propuesta.
            - ¿Tres?, ¿qué tres?
            - Estás esperando a tu novia, ¿no? En el banco.
            Raúl miró unas tres veces a la puerta del banco. Respiró hondo.
            - ¿Te encuentras bien?
            - Sí, sí. No estoy esperando a nadie- soltó a toda velocidad- esperaba a un amigo para pedir un préstamo pero ya con la hora que es no creo que venga.
            -Bueno, pues mejor que mejor. Vamos a por ese café, o un té; no sé qué te apetece más. Es un poco temprano para una cerveza, ¿no? Aunque a lo mejor para ti no. Uy, qué torpe, no vayas a interpretar que por tu aspecto te he imaginado bebiendo cervezas en el desayuno. A ver, que tu aspecto no tiene nada de malo, ¿no te acuerdas de cómo iba vestida yo en el insti? De risa, pero mira, nunca me he arrepentido de ello. Estoy muy orgullosa de no haber caído en las modas, aunque vestir de hippie supongo que también sea una moda, no sé, ¿tú cómo lo ves?
            Raúl había empezado a mover el coche. La voz de María le sonaba como una de esas canciones maravillosas que, de pronto y, sin avisar, nos sorprenden en la radio. Ya solo porque no te la esperabas te suenan mejor. Así estaba él, disfrutando de aquella melodía que había irrumpido en su vida sin previo aviso.
            Habían girado ya la esquina de la larga calle cuando se activó la alarma del banco. Con una sincronización casi perfecta con aquel ruido estridente, dos hombres encapuchados salieron de la sucursal pistola en mano y cargando unas maletas deportivas considerablemente abultadas. Quedaron paralizados pues algo en su atraco perfecto no estaba funcionando.
            -¿Y Raúl?, ¿dónde está ese capullo?
            Miraban desesperados a ambos lados de la calle.
            -Pero si estaba aparcado aquí mismo.
            -Hijo de puta. Nos ha vendido.
            -¿Qué hacemos?
            -Correr, coño, correr.