domingo, 27 de septiembre de 2015

DESCONCIERTO

El mundo editorial me desconcierta. No porque Planeta haya publicado a Jorge Javier Vázquez. No, ¿qué va a ser por eso? El caso es que en un mes he rechazado la oferta de dos editoriales por publicar una de mis novelas. Han sido dos editoriales con cierta presencia en las librerías, serias en la promoción y difusión de la obra de sus escritores. Por un momento hasta me emocionó que me escribieran. Pero, Oh, my God, para que la publiquen tengo que colaborar comprando ejemplares de mi propia novela.
¿Lo cualo? Sí, sí, comprándome ejemplares de mi propio libro.
¿Tan mal está el patio? 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL SALTO (relato traumático)

 El azul llenó su mente de recuerdos, la inundó más bien; un azul claro y clorificado, un azul de piscina, de espacio municipal atestado por el rigor veraniego; gritos de alegría, de saltos, chapuzones; y allí está ella, con casi tres años, en el filo de la piscina, con los manguitos colocados en los brazos, dispuesta a dar su primer vuelo del nido, su primer salto. Tiene miedo, pero frente a ella está su padre, en al agua, esperándole con los brazos extendidos, animándola para que salte, pero el miedo la atenaza. Quiere lanzarse, sabe que no hay nada de malo en ello, que el peligro está ausente, pero sus piernas no le obedecen. Entonces comprende que no le teme al agua sino a su padre, que continua con los brazos abiertos, pero sus gritos ya no son de ánimo, sino de impaciencia. No comprende su padre que requiere de más tiempo, que algo tan importante no se puede llevar a cabo con el ritmo que él quiera, sino el que ella necesite. El miedo aumenta porque ya es plenamente consciente de que su padre acabará por acercarse para tirarla al agua. No lo hará por maldad, cree sinceramente que así le ayudará a eliminar el miedo, un miedo que él sabe que se debe al agua. Ella quiere decírselo, que no la toque, que saltará sola, que se lanzará a la piscina, pero cuando ella lo decida, como si le lleva una hora más, pero no tiene recursos, no le salen las palabras, da un paso atrás, agacha su cuerpito ante el frío contacto con la mano de su padre. Ya está en el agua, su padre le sonríe, trata de convencerla de que no ha sido para tanto, que el agua está buena. Ella acepta sus brazos, tullida de frío y le mira, y su mirada ya no será la misma porque su padre no esperó, no tuvo paciencia.

viernes, 18 de septiembre de 2015

REFLEXIÓN

Nos pasamos la vida tratando de encajar en un pequeño rincón de la sociedad; incluso nos conformamos con un minúsculo mosaico, un lugar donde nuestra alma pueda enraizarse y hacernos levantar la cabeza con orgullo, o al menos hacernos sentir menos desgraciados cuando nos disponemos hacer el esfuerzo titánico de dormirnos esperanzados por no soñar con la vida que ya tenemos: la pandilla que le corta las alas a tu futuro, el novio motero que insiste en que te ama sobre todo cuando se le ha olvidado el preservativo, susurrándotelo en el oído mientras con su lengua explora el lóbulo de tu oreja; el equipo de fútbol en el que nunca te pasan el balón,  el trabajo en el que se calca la misma miseria de la que quieres huir…Cualquier espacio es bueno para sentirse querido. Cualquiera, menos la familia. De la familia huimos, renegamos hasta que regresamos con el rabo entre las piernas o nos limitamos a llorar porque ya es demasiado tarde para pedir perdón.

lunes, 14 de septiembre de 2015

LA BODA (relato autodestructivo)

LA BODA (relato autodestructivo)

Había llegado el momento más importante. El organista dio rienda suelta a la marcha nupcial. Todos los ojos de la iglesia se volvieron hacia la entrada, también los de Roberto; aunque, a diferencia de los demás, su corazón se aceleró al ver a su amor avanzando hacia el altar. Nunca antes había estado tan hermosa. Nadie mejor que él podía saberlo. ¿Desde cuándo se conocían?, ¿desde la infancia o incluso antes de que se creara el universo? Su cabello azabache resaltaba con su vestido blanco como lo hacían la luna y la noche. Su sonrisa, nerviosa, pero feliz, reafirmaba a Roberto que la decisión de su amada había sido madurada durante mucho tiempo, aunque él hubiera preferido que aquel acto de amor se retrasara un poco más, no sabía cuánto. Sin embargo, el día había llegado, irrefrenable, como el curso mismo de la vida.

Con cada paso que daba su amor, Roberto sentía una opresión en el pecho, un querer reventar de su corazón y de todo su ser. La dicha estaba a punto de consumarse. Por fin se miraron. Roberto olvidó todo su dolor y le sonrió como siempre lo había hecho. Ella le devolvió la sonrisa. Sus ojos brillaron ante el compañero con el que había estado toda su vida y siguió de largo.

Al llegar al altar, el padrino entregó la novia a su inminente marido, quien sonrió tan nervioso como ella. Roberto suspiró como siempre había hecho cuando pensaba en su amor. Unas breves palabras del sacerdote, unas respuestas escuetas de los novios, un beso y ya no había vuelta atrás, ya no podría seguir imaginando que le confesaba sus sentimientos, ya no recrearía aquel beso imaginario que siempre había deseado para ella con cada atardecer: el amor de su vida se había casado.


Roberto no fue al banquete de bodas. ¿Para qué? Desde la iglesia vagó con rumbo incierto hasta que, caída ya la noche, llegó a su piso. Se preparó un sándwich y encendió la televisión.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

En facebook pulula desde hace un tiempo una imagen en la que se ven unos cirujanos y al lado, en otra fotografía, al presentador Jorge Javier Vázquez. A pie de foto dice algo más o menos como que es una vergüenza que el presentador cobre muchísimo más que los cirujanos. La imagen deja claro que el presentador es culpable de esa situación y poco menos que lo manda a la mierda(dice que lo mandemos donde empiezan los cestos). Desde mi punto de vista, Jorge Javier no es responsable de esa situación.
Esto es lo que escribo cuando me encuentro la imagen en el muro de alguno de mis amigos.

Si Jorge Javier Vázquez gana más que un cirujano no es culpa suya, en todo caso será culpa de los millones de españoles que siguen sus programas. Es fácil, si no tuviera esa audiencia pues tendría un trabajo donde, probablemente, cobraría menos que un cirujano. Pensemos bien a quién mandamos donde empiezan los cestos.


viernes, 4 de septiembre de 2015

INSOMNIO (relato de horror)

Arturo nunca había sentido celos. Los consideraba un signo de debilidad, de amor mal entendido. Sin embargo, en una noche más donde el insomnio dominaba sus ansias de dormir, su mujer emitió un débil sonido mientras soñaba. Que él recordara, aquello constituía toda una novedad en ella, mucho más, cuando repitió el sonido. Esta vez había sonado más nítido, era un nombre propio, masculino, y lo volvió a repetir: Julián.

El nombre cayó como una losa sobre la imaginación de Arturo pues sabía muy bien a quién se refería. El hecho de no poder dormir le hizo caer en el abismo de las elucubraciones. No obstante, a la mañana siguiente decidió no comentarle nada a su esposa. Durante toda la jornada, Arturo fue incapaz de concentrarse deseando que llegara la noche cuanto antes. Una vez cerciorado de que su mujer dormía esperó ayudado por su insomnio. Esperó y esperó con la mirada clavada en el bello rostro de su mujer hasta que por fin sonó, bien entrada la madrugada: Julián. Más lo decía, más odio sentía Arturo por él, puesto que de la duda pasó a la certeza de que su esposa tenía una aventura con su jefe. Un tópico insoportable, pensó, pero lo que no se imaginó fue lo insufrible que le iban a ser los días con unos celos que no dejaron de atormentarle como los violines estridentes en una escena de terror barato. Celos silenciosos, porque nunca le dijo nada, nunca le dio pie a que sospechara que él lo sabía. Esperaba el momento oportuno para acabar de cuajo. Profundamente humillado, dominado por la venganza, pensó y pensó hasta tramar el crimen perfecto, y lo fue, porque nadie sospechó de él.


Qué alivio. Aquél había sido el mejor remedio para su insomnio. Dio las buenas noches a su afligida esposa y apoyó la cabeza en la almohada como lo hubiera hecho un ángel sobre una nube. Ya con los ojos cerrados comprobó cómo, una vez más, su esposa se dormía antes que él. Su respiración profunda así se lo indicó. Unos minutos más y él también estaría dormido. Fue entonces, cuando, en medio del silencio, un sonido invadió la estancia. Arturo levantó incrédulo la cabeza y esperó, con el corazón acelerado, deseando, rogando porque el sonido no se repitiera, pero se repitió, esta vez más claro. Su mujer había hablado en sueños: Luis, Luis, Luis…