lunes, 30 de abril de 2018


Leo porque me encanta.
Leo porque crecí viendo a mis padres leer.
Leo porque cada día de Reyes mi biblioteca aumentaba sin yo pedirlo.
Leo porque me encanta el olor de los libros.
Leo porque leyendo accedo a un mundo mejor en cuya entrada pone librería.
Leo porque pocas vivencias son tan grandes como sentir que es el libro el que te elige a ti y no tú al libro.
Leo porque me encanta amanecer leyendo.
Leo porque solo tengo una vida que no me llega para leer todo lo que quiero.
Leo porque tengo el cine en las venas.
Leo porque tuve el mejor profesor de historia que se pueda imaginar.
Leo porque sueño.
Leo porque viajo.
Leo porque las lecturas obligatorias de mis etapas educativas no pudieron conmigo.
Leo porque me gusta llevar la contraria a los que no leen.
Leo porque me gusta pensar que es contagioso.
Leo porque leer es vivir, o al revés.
Leo porque, a pesar de todo, leo.

domingo, 22 de abril de 2018


Advierto que en este texto hago un pequeño spoiler sobre mi novela “Clara dice”.
Recientemente hablé a alumnos de tercero de ESO en mi centro sobre mi novela “Clara dice”. Les emociona enormemente que su profesor sea el autor de un libro que han devorado, porque les encanta, y esperan ansiosos el día de esa charla. Llevo ya varios años viviendo esta experiencia maravillosa. Compartir con ellos mis vivencias como escritor y cómo se me ocurrió la novela. Entrar en clase y ver en las mesas mi libro es una vivencia que, como escritor, aprecio muchísimo. Es como verlo en los escaparates de las librerías.
En estas charlas siempre hay una pregunta que no falta: ¿Vas a hacer una segunda parte de Clara dice? Yo les pregunto que por qué iba a hacer algo así y me contestan  que hay un malo al que no han cogido y quieren saber qué pasa.
Primero les digo que usen su imaginación y después les explico que dejé el final abierto con toda la intención del mundo. Si cierro el final y todo es felicidad el lector se quedará tranquilo y no se hará preguntas; pero si dejo el final abierto con un halo de desconcierto o incertidumbre entonces sí que se harán preguntas. No se quedan muy satisfechos pero supongo que eso les obligará a pensar sobre el tema que trata el libro que son, en definitiva,  los peligros con los que te puedas encontrar en la red.
En junio estaré en Bilbao con chavales de la ESO hablando del libro. Estoy seguro de que esa pregunta aparecerá.

miércoles, 18 de abril de 2018


Se nos educa para competir; se nos educa para ganar. Desde que entramos en el sistema educativo, desde que entramos en cualquier categoría deportiva, desde que entramos en cualquier disciplina artística, desde que entramos en el mundo laboral. Ganar, ser el mejor, destacar. No aparece mucho la palabra compartir, cooperar o solidarizarse.
No es nada nuevo, pero nunca deja de sorprenderme, como lo que sucedió este fin de semana en los juegos de la Commonwealth. Durante la maratón, el atleta que lo lideraba perdió las fuerzas y se desvaneció; intentó levantarse pero no lo consiguió, incluso se golpeó severamente contra la valla y quedó tendido en el suelo, exhausto.
Aquí no hay una historia de superación. El atleta no logró levantarse.
Aquí hay una historia de vergüenza y de miseria humana. Nadie le ayuda, ni los motoristas de la organización, ni los aficionados que se apoyan en la valla y que prefieren grabarle en video o sacarle fotos antes que preocuparse por él.
Cuando llega el atleta que iba segundo tampoco se para, ni le mira, le ignora, ganando así la prueba.
Hay que ganar, hay que llegar el primero, hay que destacar, hay que ser mejor que nadie. Siempre recto, sin desviar la mirada de nuestro objetivo.
Es lo que hemos mamado desde niños.
Es la base del sistema.
Es la base de la competitividad.
Es la base del egoísmo.
Es la base de todas las guerras.

sábado, 14 de abril de 2018

Cuando somos niños un lápiz no es solo un lápiz, la mayoría de las veces es un avión. Luego, llega el momento inevitable en que el lápiz empieza a dejar de ser un avón En ese momeno se forman dos grupos: aquellos para los que el lápiz ya solo será un lápiz, y aquellos para los que el lápiz compartiá su función con la de seguir siendo un avión. Este segundo grupo mola. Yo pertenezco este segundo grupo y espero seguir perteneciendo el resto de mi vida.

sábado, 7 de abril de 2018


Generalmente, a principios de curso, le dedico un par de días a explicar a los alumnos cómo funciona, groso modo,  un Estado de Derecho. Se quedan alucinados, con la boca abierta y ojipláticos, cuando les digo que para ser diputado o presidente del gobierno no hace falta ningún título, ni que tengas estudios. La gente que decide por nosotros y legisla no tiene por qué tener estudios. Está claro que la mayoría los tiene, pero no es un requisito imprescindible. No se lo creen y piensan que les tomo el pelo. Les digo que algo así es coherente con la democracia, en la que cabemos todos, sin discriminación por falta de estudios.
El curso que viene tengo que añadir a mi explicación que no deben preocuparse, que ahora hay universidades que regalan títulos a los políticos.

miércoles, 4 de abril de 2018


Llevan al abuelo a urgencias aquejado de lo que sea que parezca urgente. Lo atienden, lo ingresan y apenas van a verlo hasta que, simplemente, desaparecen. Es dado de alta pero nadie le viene a buscar. Llaman, nadie responde. El abuelo se queda en el hospital a la espera de que puedan encontrarle algún asilo. No es fácil, debido al envejecimiento de la población y a los recortes de este gobierno en gastos sociales, encontrar plaza. El abuelo se queda en el hospital, viendo cómo va y viene la gente, viendo cómo se curan o cómo se mueren. Los suyos, su sangre, lo han abandonado. El hospital prueba denunciar, pero el delito de abandono no está claramente tipificado en estos casos. Además, el paciente es mayor de edad y se vale por sí mismo. Mientras, los suyos logran quedarse con su pensión o con sus propiedades si las tuviera.
No es una novela deprimente.
Es la realidad. Deprimente.
Sucede en España.
No es un caso.
Son muchos.
Dicen que las crisis estimulan a los emprendedores. También vemos que son épocas para que los cuervos te saquen los ojos.