Me pregunto cómo será posible que con tan solo cuatro notas, Clint Mansell haya conseguido una composición tan abrumadora. La repetición. Los renacentistas, en especial los arquitectos, dotaron de belleza a sus obras a través de las repetición. Ventanas y puertas colocadas de forma simétrica, una tras otra, y el edificio, casi por arte de magia, adquiría mayor ligereza y armonía. Resultaba bello. La banda sonora de la turbadora "Requiem por un sueño" es para mí como uno de esos edificios. A través de la sencilla sucesión continuada de cuatro notas consigue emocionarme. Suele ser que lo más simple acaba siendo lo más bello. Hay que dejarse llevar por esta magnífica composición; poco a poco, sin prisa, hasta alcanzar la fuerza estremecedora de su leitmotiv. No me canso de escucharla.
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