Nos sucedió en París,
pero nos podía haber sucedido, estoy seguro, en cualquier otra ciudad. Hacíamos
cola para entrar en el Panteón. Cuando llegamos a la taquilla, la empleada nos
preguntó si queríamos que pasara con nosotros la chica que estaba a nuestra
izquierda. Le pregunté por qué. Me dijo que no permitían entrar menores sin
adultos y la chica había venido sola. Por fortuna para mí, la joven era
italiana y mi italiano es mucho mejor que mi francés. Nos dijo que tenía 17
años y que no entendía por qué no podía entrar sola. Se había separado del
grupo para ver cultura. Por supuesto, la dejamos entrar con nosotros. Luego la
observamos, se paraba a mirar las esculturas y las inscripciones, tomaba nota,
tras lo que se sentó a escuchar música con los auriculares. Estaba disfrutando,
se notaba, y tenía 17 años. Entonces me dije que no todo estaba perdido, que es
falso que la juventud no ame la cultura, que personas como ella hay en
cantidad, lo que sucede es que no nos fijamos, solo vemos lo malo, el tópico,
porque lo fácil es criticar, destruir y no construir. Nos sucedió en París,
pero nos podía haber sucedido en cualquier otra ciudad.
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