La Terapia (relato)
Alberto era un
reputado psicólogo. Sus dos amores, su esposa y su trabajo, empezaban a
descompensarse a favor del segundo, aunque él, curiosamente, no fuera capaz de
percibirlo. Sesiones interminables de consulta, congresos, conferencias,
entrevistas…
Un día (todo empieza
un día) apareció en su consulta una nueva paciente. Dijo llamarse Sonia. Mujer
madura, tan exuberante como atractiva. Confesó sentirse cohibida ante lo que
deseaba contarle, pero el caso es que había empezado a sentirse culpable por la
vida de sexo ininterrumpido que había tenido desde los dieciocho años con
infinidad de parejas. Alberto le comentó que no debía preocuparse pues su
angustia no era más que los restos de la moral católica que aún persiste en
nuestra sociedad moderna. Lejos de sentirse aliviada, Sonia comenzó a relatarle
la mayoría de sus encuentros sexuales, incluidos los más recientes,
manifestando su preocupación, por primera vez en su vida, por lo que pensaran
de ella. Alberto le dijo que eso no era más que un lastre de la sociedad
machista en la que todavía vivimos y que no debía, bajo ningún concepto dejarse
afectar por lo que opinaran los demás de ella. Aún continuó Sonia relatando su
experiencia sexual durante un buen rato hasta que confesó sentirse bastante
aliviada, como si se hubiera quitado un peso de encima. Alberto le dijo que era
normal, que a veces solo necesitamos que nos escuchen. Sonia le sonrió y se
marchó agradecida.
Esa noche, en los
prolegómenos del amanecer, sonó el móvil de la esposa de Alberto. Ambos dormían
con una marcada sonrisa de satisfacción. La esposa de Alberto comprobó que el
sonido no había despertado a su marido, cogió el móvil y salió del dormitorio.
En la seguridad de la cocina miró la pantalla del teléfono; era un mensaje de
Sonia.
Sonia: ¿dio resultado?
Esposa de Alberto: y
tanto que dio resultado. Nunca había visto a Alberto tan desatado. Hemos hecho
el amor durante horas. Ya casi ni me acordaba de cómo era.
Sonia: me alegro
mucho.
Esposa de Alberto: y
yo más, ja ja. De verdad, Sonia, muchísimas gracias. Tu idea ha sido genial.
Sonia: de nada, y a
seguir disfrutando.
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