miércoles, 4 de abril de 2018


Llevan al abuelo a urgencias aquejado de lo que sea que parezca urgente. Lo atienden, lo ingresan y apenas van a verlo hasta que, simplemente, desaparecen. Es dado de alta pero nadie le viene a buscar. Llaman, nadie responde. El abuelo se queda en el hospital a la espera de que puedan encontrarle algún asilo. No es fácil, debido al envejecimiento de la población y a los recortes de este gobierno en gastos sociales, encontrar plaza. El abuelo se queda en el hospital, viendo cómo va y viene la gente, viendo cómo se curan o cómo se mueren. Los suyos, su sangre, lo han abandonado. El hospital prueba denunciar, pero el delito de abandono no está claramente tipificado en estos casos. Además, el paciente es mayor de edad y se vale por sí mismo. Mientras, los suyos logran quedarse con su pensión o con sus propiedades si las tuviera.
No es una novela deprimente.
Es la realidad. Deprimente.
Sucede en España.
No es un caso.
Son muchos.
Dicen que las crisis estimulan a los emprendedores. También vemos que son épocas para que los cuervos te saquen los ojos.

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