Llevan al abuelo
a urgencias aquejado de lo que sea que parezca urgente. Lo atienden, lo
ingresan y apenas van a verlo hasta que, simplemente, desaparecen. Es dado de
alta pero nadie le viene a buscar. Llaman, nadie responde. El abuelo se queda
en el hospital a la espera de que puedan encontrarle algún asilo. No es fácil,
debido al envejecimiento de la población y a los recortes de este gobierno en
gastos sociales, encontrar plaza. El abuelo se queda en el hospital, viendo
cómo va y viene la gente, viendo cómo se curan o cómo se mueren. Los suyos, su
sangre, lo han abandonado. El hospital prueba denunciar, pero el delito de
abandono no está claramente tipificado en estos casos. Además, el paciente es
mayor de edad y se vale por sí mismo. Mientras, los suyos logran quedarse con
su pensión o con sus propiedades si las tuviera.
No es una novela
deprimente.
Es la realidad.
Deprimente.
Sucede en
España.
No es un caso.
Son muchos.
Dicen que las
crisis estimulan a los emprendedores. También vemos que son épocas para que los
cuervos te saquen los ojos.
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