Cuando somos niños un lápiz no es solo un lápiz, la mayoría de las veces es un avión. Luego, llega el momento inevitable en que el lápiz empieza a dejar de ser un avón En ese momeno se forman dos grupos: aquellos para los que el lápiz ya solo será un lápiz, y aquellos para los que el lápiz compartiá su función con la de seguir siendo un avión. Este segundo grupo mola. Yo pertenezco este segundo grupo y espero seguir perteneciendo el resto de mi vida.
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