Generalmente, a
principios de curso, le dedico un par de días a explicar a los alumnos cómo
funciona, groso modo, un Estado de
Derecho. Se quedan alucinados, con la boca abierta y ojipláticos, cuando les
digo que para ser diputado o presidente del gobierno no hace falta ningún
título, ni que tengas estudios. La gente que decide por nosotros y legisla no
tiene por qué tener estudios. Está claro que la mayoría los tiene, pero no es
un requisito imprescindible. No se lo creen y piensan que les tomo el pelo. Les
digo que algo así es coherente con la democracia, en la que cabemos todos, sin
discriminación por falta de estudios.
El curso que
viene tengo que añadir a mi explicación que no deben preocuparse, que ahora hay
universidades que regalan títulos a los políticos.
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