jueves, 20 de julio de 2017



Me estoy encontrando en varios muros de Facebook la noticia de que Belén Esteban vende más ejemplares que Vargas Llosa. Y la gente horrorizada. Yo antes me escandalizaba igualmente, me sentía frustrado como escritor (entre otras cosas porque el libro se lo habrán escrito, casi seguro; a Belén Esteban, me refiero). Maldecía el país en el que me tocó vivir, a le gente que veía la telebasura (que es sinónimo en estos momentos de televisión) y, por supuesto, a los editores, que van a lo que van.
Luego de debatirlo con otras personas, conocer otros puntos de vista y reflexionar, pues ya ni me cabreo ni me escandalizo. ¿Conformismo? No. ¿Realismo? No tiene por qué. Me explico.
¿Enfadarme mejoraría la cuestión? No y, además, después me tendría que desenfadar. Doble trabajo. Esto trato de aplicarlo a la vida en general.
Por encima de todo, sobre gustos no hay nada escrito, y el gusto de los demás es el que es y debo respetarlo, me guste o no (nunca mejor dicho). Yo no pude con “El paraíso en la otra esquina”. Me aburrió soberanamente y lo dejé en la página cien. ¿Por qué debería leerme el último libro de Vargas Llosa? ¿Porque literariamente es mejor que el de Belén Esteban? Yo busco que me entretengan y, como escritor, entretener. Pasar un buen rato. Con esto no quiero decir que me vaya a leer a Belén Esteban. Lo que quiero decir es que la cultura también hay que saber venderla. Si hay más gente que prefiere ese libro, pues cúrratelo mejor, llega mejor al público.
Por otro lado, ¿cuántas de esas personas que han comprado el libro de Belén Esteban van asiduamente a una librería? Quizás se animen después de leerlo y vuelvan a buscar otro libro, ¿por qué no?
¿Con esto estoy diciendo que debemos bajar la calidad literaria para llegar a los que han comprado el libro de Belén Esteban? No, eso es como hacen, por lo general, nuestros gobiernos con las leyes educativas, bajar el nivel, y ya veis a lo que lleva. No, claro que la solución no es esa. La solución es saber llegar a esas personas y aquí entramos todos: padres, profesores, editores, legisladores, votantes, todos, sin excepción. Desde mi punto de vista, el que no estemos todos implicados en el nivel cultural de nuestro país es lo que hace que la balanza gire hacia la mediocridad. Os pongo un ejemplo, que además ya conocéis y es de sentido común. Los niños aprenden por imitación, por lo general de sus referentes, esto es, sus padres. Si sus padres leen y lo hacen abiertamente en el salón, sin esconderse en el dormitorio antes de dormir, y no ven programas basura, sus hijos se sentarán a su lado y leerán (Si, además, juegan con ellos ya ni te cuento) Ya solo con eso contribuimos bastante a que la balanza empiece a girar hacia la calidad.  Los profesores en la escuela, pero con libros atractivos y cercanos, no con los tostonazos (para cualquier adolescente) que son los clásicos. Los políticos legislando con sentido común y no con intereses partidistas ni poniendo impuestos desproporcionados a la cultura. Editores arriesgando un poco con la calidad. Los escritores sabiendo a qué público se están dirigiendo y qué es lo que desea ese público como lector. En realidad, es más fácil de lo que parece. Todo es ponerse.

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