jueves, 6 de julio de 2017

INCONDICIONAL (relato)



Qué bien, salimos a pasear. No me lo esperaba al atardecer. El aire refresca en la campiña. Es muy agradable. No me habla, pero le conozco bien, por las tardes suele estar muy callado. Sé que no le he hecho nada que le haya molestado. Lo único que me extraña es esa cuerda que lleva en la mano, ¿para qué la querrá?
Llegamos al árbol donde siempre descansamos cuando salimos. Pasa la cuerda alrededor de una rama. Será un juego nuevo. Quizás quiere que agarre la cuerda de un salto. No, no es eso, me pide que me esté quieto. Me siento y le observo expectante. Hace una especie de círculo en un extremo y me lo pasa por el cuello. Me dice que me esté quieto y me lo aprieta. Me mira. Es como si quisiera sonreírme pero no lo hace. Entonces tira de la cuerda y quedo colgando. Que juego más raro. Me quedo sin aire. Amarra el otro extremo al árbol y se va. Me deja colgado. Quiero ir con él.  Muevo mi cuerpo como puedo. No tengo aire. Caigo al suelo sin comprender. Me doy cuenta de que la cuerda se ha soltado. Corro veloz, como corro siempre detrás de los conejos a los que él dispara por las mañanas. Llego a su lado y brinco de alegría. Él me mira impresionado, sin habla, como si no se creyera que yo esté ahí con él. Me coge por el hocico y clava su mirada en la mía. Veo que sus ojos se llenan de lágrimas. Me habla.
-¿Cómo es posible que hayas querido volver conmigo?

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