Durante años,
Televisión Española no tuvo que competir con nadie. Curiosamente, la ausencia
de competencia le hizo estar a la altura de lo que se le pedía, un medio digno
de entretenimiento e, incluso, de cultura. Hablo, sobre todo, de finales de los
70 y comienzos de los ochenta. Claro que los que lo vivíamos no teníamos
opción, no podíamos contrastar, ni elegir otras cadenas puesto que no existían.
El tiempo sí nos ha permitido comparar y la verdad es que me quedo con aquella
TVE que me dio a conocer a los clásicos del cine con sus maravillosos ciclos de
estrellas y directores, con Sábado Cine, con el Show de los Teleñecos, con
Cosmos, Yo Claudio y tantos otros.
Luego, entendió que para competir con las demás cadenas debía ofrecer lo
mismo que ellas, empezando así su caída libre hacia el estercolero que, salvo
alguna honrosa excepción, se ha convertido. (Sin hablar de su inmensa deuda)
¿Os imagináis qué nos pasaría si en nuestros trabajos funcionáramos así para
superar a la competencia? En efecto, no duraríamos un asalto.
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