La primera película
que me hizo llorar de miedo, que me hizo salir corriendo de la sala, renegar
del cine y chillarle a mi hermano por haberme entrado a ver esa película fue
“Almas de metal”. Yo debía de tener unos cuatro o cinco años. Desde entonces le
tengo mucho respeto a su actor, Yul Brynner. De hecho, aun después de venerarle
cuando le vi en los siete magníficos y otras películas maravillosas, creo que
hoy sería incapaz de verla. La infancia es como la memoria de un elefante.
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