jueves, 27 de octubre de 2016



Eh, pssst, tú, el del perro, espera, que quiero decirte algo.
¿Te has cuestionado alguna vez tu irresponsabilidad al pasear a tu perro potencialmente peligroso suelto y sin bozal?
¿Te gusta saltarte las normas? ¿Eres de esos que piensa que se hicieron para no cumplirlas?
¿Me vas a decir que tu perro no hace nunca nada? Con ese argumento ya sé con qué clase de persona estoy hablando.
Nunca pasa nada hasta que pasa. ¿No lo sabes? ¿De verdad que no lo sabes?
¿Sientes algo especial, algo cool, al llevarlo suelto?
Es que lo tengo encerrado todo el día en el piso.
¿Te vas a seguir delatando con tus argumentos? ¿Para eso tienes un perro?, ¿para que se desespere todo el día en un piso de sesenta metros cuadrados? Y luego me dices que tu perro no hace nada. Hasta que lo haga. No lo dudes.
No te gustan mis preguntas, no las entiendes, no llegas. Te ofendes. A mí no me gusta tu perro potencialmente peligroso suelto y sin bozal.
¿Te has parado a pensar, el pavor, el terror que les causa a los niños que tu perro se aproxime a ellos sin su dueño a la vista? ¿No has visto cómo tiemblan? No, qué vas a ver tú.
¿Por qué no dejas de mirar al móvil y te preocupas de los movimientos de tu querido animal?
Y ya de paso, recoge su mierda.

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