Eh, pssst, tú, el del
perro, espera, que quiero decirte algo.
¿Te has cuestionado
alguna vez tu irresponsabilidad al pasear a tu perro potencialmente peligroso
suelto y sin bozal?
¿Te gusta saltarte las
normas? ¿Eres de esos que piensa que se hicieron para no cumplirlas?
¿Me vas a decir que tu
perro no hace nunca nada? Con ese argumento ya sé con qué clase de persona
estoy hablando.
Nunca pasa nada hasta
que pasa. ¿No lo sabes? ¿De verdad que no lo sabes?
¿Sientes algo
especial, algo cool, al llevarlo suelto?
Es que lo tengo
encerrado todo el día en el piso.
¿Te vas a seguir
delatando con tus argumentos? ¿Para eso tienes un perro?, ¿para que se
desespere todo el día en un piso de sesenta metros cuadrados? Y luego me dices
que tu perro no hace nada. Hasta que lo haga. No lo dudes.
No te gustan mis
preguntas, no las entiendes, no llegas. Te ofendes. A mí no me gusta tu perro
potencialmente peligroso suelto y sin bozal.
¿Te has parado a
pensar, el pavor, el terror que les causa a los niños que tu perro se aproxime
a ellos sin su dueño a la vista? ¿No has visto cómo tiemblan? No, qué vas a ver
tú.
¿Por qué no dejas de
mirar al móvil y te preocupas de los movimientos de tu querido animal?
Y ya de paso, recoge
su mierda.
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