domingo, 24 de mayo de 2015

De cómo Futurama me ayudó a escribir “Entre el esperpento y el escalofrío”

¿Cada acto de nuestra vida está gobernado por los caprichos de la casualidad o verdaderamente está todo predeterminado de antemano?

El caso es que considero a Futurama lo mejor que ha parido la televisión, después de Seinfeld, claro, y pocos personajes hay más grandes que Bender.  Nunca me perdía un episodio  cuando los emitían a mediodía. Me coincidía con el almuerzo, así que perfecto. Hubo un episodio que, simplemente, me dejó petrificado. Era aquel en el que Fry tenía la oportunidad de devolver la vida a su perro fosilizado (de mil años atrás). Al final no lo hizo porque consideró que el perro le habría olvidado al poco de desaparecer de su vida. Entonces, la cámara  se queda en el flashback de mil años atrás y vemos cómo el perro nunca se alejó de la pizzería donde trabajaba Fry. Jamás, nevara o lloviera, el perro se fue un instante de aquel lugar esperando a su dueño. Vemos cómo pasan los años hasta que el perro, ya envejecido, cierra los ojos por última vez, pero siempre delante de la pizzería y aun con la esperanza del reencuentro. Y así termina el capítulo.

Tremendo.

Empecé a llorar y a aplaudir al televisor por lo que acababa de ofrecerme.

Esa escena no sería la misma sin la música que le pusieron. La versión de Connie Francis para “Los paraguas de Cherburgo” (¿la canción más versionada de la historia?). En inglés se llamó “I Wil wait for you”. No pude quitármela de la cabeza hasta que por fin entendí que con esa canción debía escribir una novela. Y así surgió “Entre el esperpento y el escalofrío”. De hecho, si al terminar de leer la novela escucháis esa versión de Connie Francis, tendréis la sensación física de estar junto a los personajes de esa última página. Os lo garantizo.

Os dejo el video de esos dos últimos minutos del capítulo de Futurama.




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