He publicado dos
novelas con una editorial y tres novelas yo mismo en Amazon (con la inestimable
ayuda de Lucia Bartolomé en las labores de edición)
Os digo esto
porque es la base para contaros lo que me ha sucedido este fin de semana con
una editorial y que no tiene desperdicio. Dice mucho de cómo está el panorama
editorial en este país.
Por educación,
diré el pecado pero no el pecador. Por favor no preguntéis por la editorial, ni siquiera por privado.
Envío a una
editorial el manuscrito de mi última novela. En los últimos seis meses lo he
enviado a unas 35 editoriales. Unas pocas ya lo han rechazado y otras aun no
han contestado. La mayoría no contestará jamás, que es su forma de rechazarlo.
Lo normal en estos casos.
A unas les envío
el manuscrito y a otras la propuesta editorial (que incluye los primeros
capítulos y una carta de presentación o currículum como escritor), según las
instrucciones que al respecto indiquen en sus páginas web.
Pues bien, a
esta editorial le envié una propuesta editorial. Me contestaron a los dos días,
señal de que no se leyeron los capítulos. Por supuesto, me rechazaron, pero ojo
al criterio que han usado para ni siquiera leerse la propuesta: he publicado
más novelas a través de Amazon que con editoriales. Como dice Anna Castillo en
La Llamada, “Flipo”. Por ese criterio tan elitista como, si me lo permitís, estúpido,
quién sabe si se están perdiendo una buena propuesta editorial. Mira que me han
rechazado en los últimos veinte años, pero por algo así jamás. Para ellos soy
un apestado porque he autoeditado en Amazon.
Así está el
mundo editorial en este país. Y os preguntaréis, ¿y por qué insistes?, ¿por qué
lo sigues enviando? O, mucho mejor, ¿por qué sigues escribiendo?
No tengo
respuesta. No la encuentro. A mí también me gustaría saberlo.
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