El fin de semana
fuimos al cine.
8.5 euros por entrada
para escuchar un interminable repertorio de bolsas de golosinas y mordiscos en
modo trituradora me parece un pelín caro. Eso sí, en estéreo. Dolby, of course.
Además, proyectaban
una película, pero eso creo que fue casual. Allí la gente había ido a comer.
Era la Bella y la
Bestia, versión humana. Bastante plana e insulsa. Algún número añadido que no
estaba mal y alguna escena nueva que, la verdad, me gustó. Pero nada más.
A su favor, decir que
no me di cuenta de que la Bestia era digital hasta que salió del castillo. Pero
no sé si es exactamente un halago.
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