Julián
repartía cartas. Era cartero. Últimamente no mucho. Buscaba una palabra para
redefinir su profesión, pero ninguna le gustaba, especialmente facturero,
recibero, o multero, porque eso es básicamente
lo que repartía desde que habían llegado para quedarse los tiempos modernos.
Por eso, no podía más que sonreír ilusionado cuando, de entre todo ese papeleo
oficial, tenía que repartir una carta. Había una dirección que adoraba ir
porque siempre le enviaban cartas. Cada vez que le tocaba ir imaginaba la
historia que en ella le contaban, convenciéndose de que seguramente serían dos
adorables ancianos compartiendo recuerdos.
Un
día, al llegar a esa dirección y disponerse a colocar la carta en el buzón, la
puerta se abrió apareciendo una joven de aspecto alegre. “Oh, qué bien, qué
casualidad, estaba esperándola. Gracias” Julián no pudo responderle. Así de
asombrado había quedado. No era una adorable anciana, sino una joven. Tanto
pensó en ese encuentro que llegó a obsesionarse. No hacía más que esperar una
nueva carta para ella para fijarse, algo celoso, en el remitente. Hasta que llegó. Le extrañó
la dirección. Era en la misma ciudad. También le produjo un mal presentimiento
su extraño nombre. No supo por qué pero se preocupó por ella. Entregó la carta,
por supuesto, pero, guiado por su mal presentimiento, decidió darse una vuelta por la casa del
remitente al caer la noche. El aspecto de aquella residencia le derrumbó el
alma al tiempo que le excitó todavía más su imaginación. Estaba abandonada. Su
jardín había sido invadido por las malas hierbas e incluso las ventanas se mostraban
tapiadas. Fue a la parte de atrás de la
casa para encontrarse con la terrible tentación de ver su puerta abierta.
Nunca
se supo más de Julián. Su familia denunció su desaparición y la policía no pudo
hallar ni una sola pista sobre su paradero. En correos le sustituyó uno de sus
compañeros, que no pudo menos que alegrarse al ver cómo todavía había alguien
en la ciudad que escribía cartas. Eso sí, le llamó mucho la atención el extraño
nombre del remitente.
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