Soy maquilladora. Me
encanta mi trabajo. Lo que más me gusta es hablar con los clientes, aunque la
mayoría de las veces he de hacerlo mentalmente o en un susurro casi
imperceptible. A veces les cuento mi vida, pero en la mayoría de las ocasiones
les adivino las suyas. He aprendido a imaginarlas observando sus rostros. Hay
quienes reflejan al instante la vida maravillosa que han tenido; otros, solo me
muestran desgracias y dolor, pero yo trato de reconfortarles y eso me hace
sentir bien mientras les maquillo, aunque desde luego, he tenido clientes que
me han hecho llorar. Es demasiado pronto para que yo les maquille, demasiado
injusto. Luego, con mucha discreción, recojo mi equipo, me acerco a los familiares
para darles el pésame y me marcho.
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