domingo, 24 de enero de 2016

El año pasado me presenté al premio Nadal. Como es obvio, no gané. Sin embargo, me quedó una sensación similar a cuando pongo la Primitiva, solo que mejor, porque con el premio Nadal estuve soñando unos cuatro meses y con la Primitiva solo sueño un par de días (desde que la pongo hasta que compruebo que no he sacado ni el reintegro). Cuando supe el fallo del jurado del Nadal no me entristeció lo más mínimo y lo achaco a los veinte años que llevo jugando, y soñando, a la Primitiva sin que me toque nada. La buena noticia es que ahora estoy más que animado a seguir concursando. Este año me presentaré mínimo a dos…y a soñar.


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