Bath |
Hace unos años tuve la
oportunidad de residir durante un mes en la ciudad de Bath, al sur de
Inglaterra. Fue una experiencia muy positiva para mí por diversas razones. La
ciudad en sí es muy linda, muy clásica, pero en el mes de julio está atiborrada
de estudiantes de todas las partes del mundo que vienen para avanzar con su
inglés. Eso la hace un tanto ruidosa, pero aún así, es posible encontrar
rincones muy bellos y tranquilos. En más de una ocasión hacía mi camino pasando
por delante de la casa de Jane Austen. Por aquel entonces yo no había leído
nada de ella, pero la conocía por la maravillosa adaptación que de "Sentido y sensibilidad" había hecho Emma Thompson para el cine. Antes de terminar mi estancia en Bath le prometí a la
señorita Austen que me leería todas sus novelas. Espero que no esté muy molesta
conmigo pues esa promesa la he venido a cumplir este verano.
Casa museo de jane Austen en Bath |
He leído todas sus
novelas menos las inconclusas y he de decir que, si bien al principio me
resultó un poco tedioso, acabé enamorándome de sus historias y de sus
personajes. Empecé con la novela que identifica a la autora, “Orgullo y
prejuicio”, y creo que no fue una buena idea. Ahora que lo sé, recomiendo a
todo aquel que se estrena con la novelista que empiece con “Lady Susan” o con “La abadía de Northanger”. Tiene
“Orgullo y prejuicio” en abundancia una de las características propias de
Austen, el diálogo. No paran de hablar, no hay respiro y, en apariencia
(insisto, en apariencia), parece que no hablen de nada o que la historia no
avance; de ahí que me costara tantísimo acabar la novela. Con “Sentido y
sensibilidad” fue distinto pues ya iba yo sobre aviso, de modo que la leí de un
tirón. “Mansfield Park” es una especie de Cenicienta con unos diálogos
extraordinarios. “Emma” empieza lentísimo, muy cercana al tedio, pero a mitad
de la historia se vuelve realmente entretenida. “Amor y amistad” no cuenta como novela; es
un recopilatorio de pequeños relatos de cuando la autora contaba con trece años.
Como curiosidad, no está mal. “Persuasión”, “La abadía de Northanger” y “Lady
Susan” son auténticas maravillas de obligada lectura.
Retrato de Jane Austen |
He comprobado que
cuanto más diálogos tienen sus novelas más me cuesta entrar en ellas, y cuanto
más narración mejor me lo paso. Porque se trata de eso, de pasárselo bien
mientras uno lee. Me he sumergido en su universo y por espacio de un mes y
medio me he sentido como un miembro más de las familias protagonistas, porque
si algo tiene Jane Austen es la virtud de mostrarte la sociedad que le tocó
vivir sin criticarla. Desde mi punto de vista, es un acierto; ya se encargará
el lector de criticar esa sociedad. Ella no se queja (y tenía motivos), solo
muestra y te hace partícipe. Desde luego, lo que vi, no me gustó: una sociedad en la que le mujer
está encerrada y cuyo papel es únicamente ser acompañantes, amas de casa, hijas
sumisas y obedientes, virtuosas exclusivamente de la música y las labores
domésticas. En todos sus libros los protagonistas son mujeres que aspiran a ser
escuchadas, a ocupar su puesto en la sociedad por sí mismas, a enamorarse, a no
casarse por imposiciones o conveniencias. Lo cierto es que te identificas con
sus tribulaciones y deseas ardientemente que la historia acabe bien para ellas
(menos con Lady Susan, claro; menuda arpía)
Las novelas de Jane
Austen siempre cuentan con algún personaje que llama la atención por su
personalidad, independientemente de la moralidad con la actúen. Son personajes
que, por sí solos, podrían protagonizar varias novelas. Hablo, por poner algún
ejemplo, de Henry Crowford o la señora Norris en “Mansfield Park”, el coronel Brandon
en “Sentido y sensibilidad”, o Frank
Nightley en “Emma”.
Bath es otro de los
protagonistas en algunas de sus
novelas. Por lo que sé, nunca le gustó residir en ella
(aunque la ciudad le esté sacando mucho partido a su estancia allí) y eso se
percibe sin disimulo en sus historias.
Un comentario al
margen de Jane Austen: lo peor de Bath son, sin duda, las gaviotas. Qué
impertinentes y repugnantes me resultan (mío, mío, mío, mío…)
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