miércoles, 1 de noviembre de 2017



No me gustan los ascensores. No es que sea claustrofóbico pero cuando estoy dentro siempre pienso que se van a parar y cuando los estoy esperando por fuera siempre pienso que me van salir zombis cuando se abra la puerta.
Cuando único estoy tranquilo en un ascensor es cuando vengo de hacer la compra en el supermercado. Mientras se eleva miro las bolsas y compruebo aliviado que sobreviviría a un parón con todos los víveres que llevo conmigo. Hasta tengo papel higiénico y todo.

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