domingo, 17 de abril de 2016

Tengo un dilema con los zoológicos. Por un lado, sin su existencia es casi seguro que jamás podría ver muchos animales en persona, aunque sea separados por una verja, foso o cristal; por otro lado, es precisamente esa mínima separación la que me hunde el alma al verlos encerrados, como sucede con esta foto que saqué a mis animales preferidos (junto con los pingüinos), los suricatos.

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