Tengo
un dilema con los zoológicos. Por un lado, sin su existencia es casi seguro que
jamás podría ver muchos animales en persona, aunque sea separados por una
verja, foso o cristal; por otro lado, es precisamente esa mínima separación la
que me hunde el alma al verlos encerrados, como sucede con esta foto que saqué
a mis animales preferidos (junto con los pingüinos), los suricatos.
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