domingo, 14 de junio de 2015

HONESTIDAD (relato)

Empezamos este telediario conectando directamente con la localidad de….,donde se encuentra nuestra compañera Sonia Hernández. Cuéntanos, ¿es cierto que el ejército ha aislado a la población?
Sí, compañeros, os confirmo la decisión que ha tomado hace apenas una hora el ministro del interior. Es más, se ha dado la orden de disparar sobre cualquier persona que salga del perímetro de seguridad, sea, mujer, niño, anciano, adulto…
¿Se sabe de algún infectado que haya podido traspasar ese perímetro?
Sí, sospechamos que un infectado ha podido alejarse de la ciudad, pero no sabemos si ha sido por despiste del afectado o por una distracción de los soldados. Un momento, un momento, oigo disparos. Sí, compañeros, os confirmo que son disparos. Veo, veo un hombre que sale de la arboleda. Oh, dios mío, está corriendo hacia nosotros.
Hemos visto, señores y señoras cómo el infectado ha sido abatido justo antes de alcanzar a nuestra enviada especial. Vemos cómo llegan los cuerpos de élite del ejército y cubren de inmediato al cadáver con un plástico. Se llevan a nuestra compañera y el cámara, suponemos que para comprobar que no han sido alcanzados por el virus. Por favor, no se acerquen a la localidad bajo ninguna circunstancia; sabemos que el virus es muy agresivo.
Sí, precisamente en este punto, vamos a hacer una recapitulación de lo sucedido hasta ahora.
Hace unos diez días, en la localidad de…. surgió un terrible brote de honestidad tipo ab3v, altamente contagioso. Hasta donde se ha podido saber el agente transmisor podría haber sido un profesor de filosofía retirado que pudo haber contagiado a un grupo de alumnos de bachillerato en una charla sobre epistemología. Fuentes no oficiales han asegurado que ninguno de los chavales se copió durante el siguiente examen, por lo que la dirección del centro activó el protocolo para estos casos.
Los profesores quedaron perplejos al comprobar que los funcionarios encargados de esta emergencia, no solo acudieron de inmediato al lugar de los hechos, sino que esa misma mañana no habían empleado ni un minuto de más en su tiempo para el desayuno.
En las oficinas de la alcaldía ha corrido el rumor de que los administrativos no han regresado del desayuno con las bolsas de la compra y de inmediato el pánico se ha apoderado de todos. La situación se ha llegado a descontrolar hasta tal punto que algunos guardias urbanos, antes de multar, han dado una segunda oportunidad a los infractores de tráfico en faltas menores. Semejante flexibilidad en la toma de decisiones no ha tardado en saberse en el ministerio, mandando este desde la capital a un equipo de fuerzas especiales.
El obispado ha enviado a un representante al comprobarse que el sacerdote de la localidad ha casado a una pareja de homosexuales, aunque las fuerzas de seguridad no le han permitido el paso. “Para ser honestos, dios nos quiere a todos por igual”, ha declarado el sacerdote afectado por el brote.
Un cocinero de reconocido prestigio, cuyo restaurante se encuentra en el epicentro del brote, declaró, y citamos textualmente, “Honestamente, creo que puede haber alguna comida mejor que la española”
Parece ser que los primeros síntomas de la enfermedad se reconocen con facilidad pues los afectados expresan sus opiniones empezando siempre con “honestamente” o “para ser honestos”
Todos los negocios han devuelto el cambio correctamente y los minusválidos han podido aparcar en los sitios reservados para ellos.  En el juzgado  los asuntos pendientes se han resuelto todos en un día al confesar los implicados su responsabilidad en los hechos que se les imputaban.
El caso ha trascendido y la Unión Europea, además de mostrar su solidaridad ante los terribles momentos por los que pasa el pueblo español, ha ofrecido su ayuda para que semejante brote no cruce Los Pirineos.
Ayer mismo, la Organización Mundial de la Salud, pidió disculpas en un comunicado escueto por no haber previsto la situación.
En nuestro país se han paralizado todas las actividades, incluido las deportivas, a la espera de que el brote remita.
Atención, parece que nuestra enviada nos pide paso. Parece que el virus no la ha tocado.
En efecto, compañeros, por fortuna el ejército pudo abatir al infectado antes de que pudiera dirigirme la palabra.
Vimos que lo envolvían en un plástico.
Sí, es un aislante. Después lo han introducido en una especie de ataúd de plomo y hemos sabido que lo han trasladado a la incineradora. Y aquí viene lo peor, compañeros. Parece que las desgracias no vienen solas: el alcalde de la localidad ha dimitido al reconocer que puede haber personas más capacitadas que él para ocupar ese cargo.
Vaya, parece que la situación se está desbordando. Nos acusan con facilidad a los medios informativos de alarmar a la población, pero ya han visto, señores y señoras, que la gravedad del caso hace que les mantengamos informados por su seguridad.
Atención, nos llega una nota del ministerio. Parece ser que, dada la contundencia con la que el brote ha entrado en la alcaldía, el ejército ha ordenado bombardear la localidad.
Desde la redacción de este telediario pensamos, honestamente, que es una decisión equivocada. ¿Qué pasa?, ¿por qué me miráis todos así?


1 comentario:

  1. Ya te hice el comentario en el foro, pero te lo copio aquí para tenerte fichado...

    Me gusta el final :). La idea del relato es buena, un virus desconocido que ataca la moral de las personas. La honestidad se define como el valor de decir la verdad, ser decente, recatado, razonable y justo. Algo muy en falta hoy en día, sobre todo en el estamento público más visible, que es el que debe dar ejemplo.

    He visto un pequeño desliz y es el profesor de filosofía, que estando retirado difícilmente podía haber dado clase a sus alumnos. Así pues, ¿son los profesores de filosofía las cepas de este contagio? ¿Kant, un catalizador?

    Un ejercicio entretenido.

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