Harry y Sally…Yo soy
más de Harry que de Sally. Me identifiqué con él desde el primer fotograma de
la película. Sarcástico, soberbio, pero simpático. La vida y sus palos le
cambiarán, le harán más humilde y empático, aunque sin perder su sentido del
humor. Sally también cambió. Inocente y en posesión de la verdad al principio
del film, acaba aceptando otras opciones y opiniones en su vida.
No es fácil hacer
comedia, y mucho menos si es romántica. El problema de este tipo de películas
es que desde el primer minuto sabes que existe un 99.99% de probabilidades de
que la pareja protagonista acabe felizmente enamorada. Lo que convierte algo
tan previsible en una historia soberbia es que no solo no te importe que acaben
juntos sino que lo desees con todas tus ganas. Esto es así con Harry y Sally y
el mérito es casi exclusivo de su guionista, Nora Ephron. Nunca hizo un guión
mejor, nunca lo superó. Es su obra maestra, su tributo al amor y a la comedia
romántica. Si digo que el mérito es casi exclusivo de ella es porque el resto
lo pusieron los dos actores, Billy Cristal y Meg Ryan. Nunca estuvieron mejor
dirigidos, lo que nos lleva a hablar de su director, Rob Reiner, que firmó aquí
su mejor trabajo. Cuánto talento dando lo mejor de sí mismo.
Sí, a menudo pienso en
Harry y Sally, ¿Habrán envejecido juntos?, ¿serán los típicos abuelos
adorables? ¿Sus manías se habrán intensificado con la edad? Le debo mucho a
esta película. Le debo mi sentido del humor, el ser capaz de reírme de mis
propios problemas, de tener un comentario gracioso justo en el momento que más
se necesita; le debo mis ganas de escribir, conseguir construir una historia
que llegue a su altura, superarme. Conseguir escribir perlas como “Te odio con
todo mi corazón”, o “vine aquí esta noche porque cuando te das cuenta de que
quieres pasar el resto de tu vida con alguien, quieres que el resto de tu vida
empiece lo antes posible”
Harry y Sally están muy presentes en mi novela
“Mis ojos llenos de ti” y por esa misma razón fui muy feliz escribiéndola. Si
he logrado estar a la altura, no soy yo quien debe decirlo, sino los lectores.
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