Cuántas vidas
fascinantes desconocemos por culpa de nuestros propios complejos.
Esa maraña de
debilidades, envidias y brutalidades que da forma al machismo.
Elizabeth
Bisland y Nelly Bly fueron las pioneras del reportaje periodístico en Estados
Unidos.
Protagonizaron
una rivalidad propia de la mejor de las novelas al competir al mismo tiempo contra
los 80 días de Phileas Fogg. En efecto, ambas, apoyadas por magnates de la
prensa, se propusieron en 1889 dar la vuelta al mundo en menos de 80 días. Una
carrera apasionante no exenta de cientos de anécdotas que ambas recogieron en
sus diarios de viaje. Ganó Nelly Bly, aunque es probable que su magnate,
Pulitzer, provocase un pequeño malentendido en Inglaterra haciendo creer a
Bisland que su barco ya había zarpado y obligándola así a tomar uno mucho más lento.
Lo dicho, de novela.
Bly tardó 72
días. Bisland 76. Ambas habían recortado la marca ficticia de Fogg. Ambas
convirtieron la ficción en realidad.
En su pasión
periodística, Bly fue capaz de vivir como supuesta interna en un psiquiátrico
de la época para, al salir, escribir un artículo de denuncia que hizo cambiar
las normas en ese tipo de instituciones. Además, fue corresponsal en la Primera
Guerra Mundial en el frente Este y cubrió con sus artículos la mayor parte del
movimiento sufragista en su país.
Bisland se
decantó más hacia la literatura.
Curiosamente,
ambas periodistas están enterradas en el mismo cementerio de Nueva York.
Vidas
fascinantes que, en mi opinión, deberían ser de obligado conocimiento en
colegios e institutos. Como tantas otras que han quedado silenciadas bajo la
larga y pesada sombra de los hombres.