Llegué
tarde a los videojuegos, como a casi todo, pero llegué. Aún recuerdo el día en
que compré la play station, la uno, madre mía, no ha llovido ni nada, veintidós
años. Mi primer juego fue Tomb Raider 2. Me resulta difícil explicar los bellos
recuerdos y maravillosas sensaciones que me trae. Un día, eso no lo olvido en
la vida, estaba especialmente trabado nada más empezar la parte de Venecia. No
había forma de continuar. Entonces, por accidente, no sé qué tecla toqué (luego
sí lo supe, claro) que Lara Croft saltó hacia una ventana, la rompió con el
impacto y entró en un edificio, y yo con ella, sin interrupción, sin corte de
plano. Quedé paralizado. Fue como mi bautismo definitivo con las nuevas
tecnologías, como entrar en una cuarta dimensión. Larga vida a los videojuegos,
lo digo con orgullo, que, junto con el cine y la literatura, tanto han
contribuido a desarrollar mi creatividad.
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